La palabra le ganó un espacio a la represión que propone Cambiemos. Después de los golpes y el gas pimienta que, hace siete días, las policías federales y de la Ciudad repartieron a los maestros, bajo el argumento oficial de que no estaba en regla el permiso correspondiente, los docentes pudieron instalar en la Plaza de los Dos Congresos la Escuela Pública Itinerante, que fue recorrida por Tiempo.
Con los primeros días de funcionamiento, se empezó a perforar la estrategia discursiva del gobierno y de los medios oficialistas, que intentan aislar y desprestigiar los reclamos de los educadores ante el resto de la sociedad. El público visitante de la Escuela y los docentes fueron protagonistas de momentos de solidaridad, emoción, reencuentro, alegría, actividades y una comunicación sin intermediarios donde el reclamo por el respeto a la ley, por la convocatoria a una Paritaria Nacional, por el cumplimiento de la Ley de Financiamiento Educativo, dejaron traslucir una puja conceptual en la que Cambiemos quiere expulsar a quienes intenten, en forma pacífica, usar el espacio público para visibilizar sus demandas.
El aguante
Nerina, Paula e Iván son docentes de música de Rosario. Viajaron durante la madrugada del miércoles para no perderse la inauguración de la Escuela en Congreso. Graficaron otra situación que se vive en todo el país: la desarticulación y abandono del programa Orquestas del Bicentenario. «Venimos por los chicos, por la escuela pública, más allá de la apertura de la Paritaria Nacional. Este gobierno está yendo contra todo», le dijo Nerina a este diario. Ella es profesora de música de la Escuela 85 de Esteban Echeverría, Rosario. «Fui profesora en una de las orquestas que hay allá, en Granadero Baigorria. El gobierno está haciendo un vaciamiento a nivel nacional. Hay compañeros de Buenos Aires que directamente llevan sus instrumentos para enseñar. Eso, por ejemplo, se discutiría en la paritaria nacional».
Paula, docente de 29 años de la Escuela Primaria 518, en el oeste rosarino, señaló: «En los locales te ven con el guardapolvo y la gente te da fuerza. Nuestra lucha no es solo por nosotros. Es por la patria, por los pibes, por la justicia social, que tiene un contenido mucho más amplio que un salario docente». Paula alquila el lugar en el que vive y remarcó que el salario actual «no alcanza para comer y alquilar» y que, eso, pone a muchos en la necesidad de volver a la casa de sus padres.
Iván, profesor de música en las escuelas primarias 116, 6055 y en el Jardín 64 del norte rosarino, también alquila. Es papá de un bebé de dos años y siete meses. Sostuvo que en los barrios periféricos donde da clases es testigo del deterioro social. «Tenemos muy en claro que el futuro de esos pibes lo tenemos en nuestras manos», asumió. «La primera variable de ajuste en la educación fue el recorte a las orquestas infanto-juveniles». El jueves por la mañana había una fila de gente que dobla la esquina de la Plaza de los Dos Congresos para turnarse y ver el documental 10 años sin Carlos, 10 años sin justicia completa. Es sobre Carlos Fuentealba, el docente asesinado en 2007 por la Policía de la Provincia de Nequén. La gente se acerca a firmar el petitorio por la Paritaria Nacional y la Ley de Financiamiento Educativo. En un gran cuaderno de tapas duras y hojas rayadas deja sus mensajes de aliento a los docentes. Al lado, unos chicos pintaban, escribían y dibujaban.
Haydeé Flores es jubilada. Tiene 86 años y vive en Almagro. «No me animé a hacer toda esa cola porque estar parada tanto tiempo me mata», narró. «Pero estoy feliz de ver esto y feliz de que lograron hacer la Escuela, que es una belleza. Sufrí muchísimo de ver cómo (la policía) maltrataba a la gente, a los maestros, acá, en esta plaza. Poner una patada en la cara y apartar es criminal. Yo apoyo esta postura de los maestros. A la política que hay ahora, no. No sé cómo la gente votó con el odio. El domingo (pasado) se vio el resultado».
¿Es posible un país donde algunos chicos, alumnos, tengan que pedir permiso al gobierno de Cambiemos para ir a jugar a una plaza pública? Al parecer, sí.
Eliana es docente de nivel inicial. Trabaja en un jardín de Ciudad Oculta, en la Villa 15. Se acercó junto con su hijo Camilo, de dos años y medio, y su pareja Juan, psicólogo. «En la Villa 15 las condiciones son cada vez peores. En las escuelas ya no recibimos nada. No llega material para trabajar. Estamos encerrados», describió. «Ya el año pasado para ir a las plazas con los chicos teníamos que pedir permiso con 30 días de anticipación porque es un espacio público y ellos necesitan organizarse. Nuestro jardín no tiene patio. Lo único que les podemos ofrecer a los chicos es salir a la plaza a veces. Entonces hay que pedir permiso 30 días antes y que nos autoricen y, si ese día llueve, tenés que esperar 30 días más».
Patricia y Andrea, docentes del Jardín 10 de Zabaleta, en Barracas, contaron otro dato poco abordado en el conflicto, la falta de vacantes: «Hay lista de espera de 60 niños que se quedaron sin jardín. En el barrio hay pocos jardines». «Allá, el 90% de los padres nos apoya», remarcó Patricia.
Ayer, en la Escuela, se tejió en forma colectiva la bandera argentina. Seguirá instalada, por lo menos, hasta el jueves. Las puertas seguirán abiertas para padres, docentes y toda la sociedad.
Fuente: tiempoar.com.ar