El conglomerado liderado por Beatriz Sánchez tiene un gran abanico para negociar con Alejandro Guillier de cara al ballottage. Sin embargo, hay quienes ven como traición negociar con un representante de la política tradicional.
Cuando el polvo que levantó la elección presidencial del pasado domingo en Chile comienza a disiparse, también aparecen los primeros recuentos en frío, lejos de los acalorados análisis del domingo por la noche, donde muchos de los que ganaron abultaban más ese triunfo con arengas ampulosas y los que perdieron minimizaban la derrota con discursos de bajo calado. Lo primero es señalar que la segunda vuelta no será pan comido para Sebastián Piñera, que deberá enfrentarse al senador Alejandro Guillier, que representa a Fuerza de la Mayoría. El multimillonario empresario, logró el 36 por ciento de los sufragios, muy por debajo del 45 por ciento que indicaban las encuestas previas y que incluso lo llevó a soñar con un triunfo en primera. Los electores dijeron otra cosa y la duda e incertidumbre se posó sobre sus adherentes, que ya no cantan victoria a grito pelado, sino que más bajo, con susto en algunos casos.
Por el lado de Guillier, tampoco las cuentas deben ser muy alentadoras, apenas un 22 por ciento y con el sorpresivo 20 por ciento de Beatriz Sánchez, la candidata del Frente Amplio –coalición más a la izquierda y transformista que la aún pacata centroizquierda chilena– pisándole los talones y que con su excelente votación, transformó a su sector en la tercera fuerza política de Chile y a ella en la principal ganadora de estos comicios, donde la alta abstención sigue siendo un fantasma que sigue preocupando.
Lograron 20 diputados y un senador. Hasta antes de estas elecciones, contaban con apenas tres parlamentarios y un alcalde de peso en Valparaíso. Ahora, con la chapa de proyecto político grande, el Frente Amplio tiene un amplio abanico para negociar con Guillier, su aliado que podría pensarse como natural dada el paladar político de sus miembros, pero que no es así. Ahora, el conglomerado liderado por Giorgio Jackson y Gabriel Boric, diputados reelectos con amplia mayorías e hijos sobresalientes de la crisis estudiantil del 2011 (que puso en jaque a Piñera, derribando a varios de sus ministros de Educación), saben que tienen en sus manos, buena parte de los resultados del ballottage del próximo 17 de diciembre.
Parte de estos resultados se explican en los detalles. Mientras los otros candidatos se reunieron en lujosos hoteles de Santiago de Chile tras las elecciones del domingo, el Frente Amplio se instaló en plena calle de un barrio de clase media.
Como cuenta una crónica de La Tercera, la iluminación era insuficiente. No había comida para los invitados ni salón de prensa. Los asistentes no solo eran militantes y periodistas: había estudiantes, parejas de homosexuales, niños.
El contraste con los partidos tradicionales está en la esencia del Frente Amplio. Su acto del domingo lo reflejaba.
“Vamos a ir a una conversación”, aseguró Sánchez quien en la víspera decía que no pedirá a su gente votar por Guillier.
Pero el teatro de operaciones se modificó y su nuevo capital político puede lograr concesiones relacionadas con su programa como cambiar la Constitución heredada del dictador Augusto Pinochet.
No será del todo fácil. Dentro del Frente Amplio, que está conformado por 11 asociaciones, muchos ven como una traición negociar con un representante de la política tradicional como Guillier.
El movimiento que se destapó en las protestas estudiantiles de 2011, tiene sus mayores adherentes entre los jóvenes, y se proyecta como una alternativa a la política binominal que gobernó a Chile por los últimos 19 años.
“En el seno de su nacimiento está su mayor obstáculo: no poder negociar con las principales fuerzas políticas del país”, dice el análisis de La Tercera.
“Sus integrantes son todos de izquierda, pero no son todos iguales; y su voto no es popular, sino el del estudiante, del ilustrado”, le dijo a BBC Mundo José Cabezas, politólogo de la Universidad Diego Portales, en Santiago.
Cabe consignar que en 2010, cuando ganó Piñera, el joven político Marco Enríquez-Ominami obtuvo un también sorpresivo 20% y se proyectó como una renovación de la Concertación que gobernó al país desde 1990; sin embargo, el en ese entonces joven dirigente no negoció con el candidato democratacristiano que competía en la segunda vuelta, Eduardo Frei, y finalmente Piñera llegó a La Moneda luego de 50 años sin que la derecha lo lograra. MEO, como le conocen en Chile, no terminó de despegar e incluso fue candidato el domingo y obtuvo un 5%.
Cabezas sostiene que Sánchez tendrá que ser hábil en su relación con la política tradicional, que sigue siendo mayoritaria, si no quiere desinflarse. “Llegamos para quedarnos”, es su último eslogan. “Si las encuestas hubieran dicho la verdad (le daban hasta un 9 por ciento de los votos), estaríamos en segunda vuelta”, acusó la dirigente.
En ese escenario, Alejandro Guillier, ya trabaja en los puentes que deberá tender con el Frente Amplio y la Democracia Cristiana si quiere ponerse la banda tricolor. En su primera entrevista tras las elecciones publicada por EMOL, aseguró que con ambos sectores tiene muchas coincidencias en la “esencia” de los programas, pero aclaró que no negociará sólo con el fin de atraer esos votos, ya que prefiere ser coherente con el país. “A veces más vale perder defendiendo tus principios, a entregarlo todo a un triunfo porque después tienes que cumplir lo que dijiste y si después vienes y no cumples, la gente se va a sentir engañada”.
El candidato reconoció que se sintió sorprendido por los resultados que obtuvo el Frente Amplio y que eso representó la nueva generación de chilenos que está interesado en la política que no se siente representada por los dos bloques hasta ahora posicionados en el país, pero señaló que no por eso “les voy a decir, ya pásame tu programa, voy a gobernar con el tuyo…No hay que empezar a confundir las cosas. No es mi tarea empezar a negociar. Mi tarea es dirigir un mensaje al país y si ese mensaje le hace sentido a la Democracia Cristiana, al Frente Amplio y a la izquierda, la idea es obviamente integrarlos.
Por el lado de la DC, las cosas parecen menos complejas a la hora de los apoyos, no así en el seno interno. La candidata y actual senadora Carolina Goic renunció ayer a la presidencia de la Democracia Cristiana, tras la derrota electoral y parlamentaria que enfrentó la colectividad el domingo.
“Nuestra campaña se ha basado en la ética y la responsabilidad, hoy en el momento de la derrota esos conceptos están más presentes que nunca…no necesito que nadie venga a pedirme la renuncia, menos por la prensa y lejos de la institucionalidad del partido. Yo a diferencia de otros asumo y asumiré siempre mis responsabilidades”.
Respecto al respaldo a Guillier, le entregó un apoyo implícito: “es él quien debe liderar la tarea que se le ha encomendado. Será su responsabilidad como candidato tomarlas, si lo estima pertinente, y conducir este proceso con todos aquellos que queremos seguir avanzando en el desarrollo que requiere nuestro país”.
Desde la vereda del frente, hasta el comando de Sebastián Piñera, llegaron los presidentes y secretarios generales de Chile Vamos, para reunirse con su abanderado. Cita que estuvo marcada por el análisis de los resultados de las elecciones del domingo y ante los cuales se hicieron algunas autocríticas, pensando también en la estrategia de la segunda vuelta. Es que el 36,64% de los votos obtenido por el ex mandatario, estaba por debajo de las proyecciones.
“Mantendremos el rumbo, no nos vamos a izquierdizar ni a derechizar”. “Yo creo que hubo un exceso de triunfalismo, yo creo que hubo una mala lectura de las encuestas, lo reconocieron también quienes hacen las encuestas. Pero al final del día lo importante es que se suman todos los votos del sector, estamos en un escario muy parecido al del 2009”, afirmó la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe.
En la misma línea, uno de los voceros del comando y senador Alberto Espina (RN), planteó que “nosotros sinceramente en el comando siempre fuimos muy cautelosos, lo que sí hubo en sectores de nuestros partidarios una sensación de exitismo, de que esta era una carrera corrida, de que la elección estaba ganada y nosotros advertimos siempre que lo que nos interesaba era obtener 10 puntos sobre nuestro competir y eso se logró”.
Las fichas de la derecha ahora estarán puestas en un mayor despliegue territorial de alcaldes, salir a la calle a buscar el voto, que siendo el mismo, hoy vale mucho más que hasta antes del domingo.
Fuente: pagina12.com.ar