El futuro a corto plazo de la CGT, con la posibilidad de una ruptura entre dos grandes bloques, y la inminencia de un paro nacional contra el Gobierno cuando incluso es sólo una minoría la que lo promueve serán las dos grandes incógnitas que develará hoy la marcha a Plaza de Mayo de la central. Será una puesta en escena del poderío de Hugo Moyano y de sus aliados, que esperan hegemonizar un próximo reordenamiento de la organización con el eventual fin del triunvirato y su reemplazo por un jefe en soledad. Hasta anoche estaba previsto que sólo hablará el portuario Juan Carlos Schmid, que reporta en lo formal al camionero.
De un vistazo al palco se podrá saber el destino a corto plazo de la CGT: una presencia mayoritaria de los miembros del Consejo Directivo será una señal a favor del sostén de la frágil unidad interna, en tanto que las ausencias de varios dirigentes de peso, como se prevé que sucederá, dará una pauta inequívoca de una ruptura en ciernes. Los principales convocantes prevén una concurrencia masiva (los más optimistas hablan de 300 mil personas), pero los mayores aportes pasarán por Moyano -que además de organizar el acto espera salir de esta etapa una vez más como principal interlocutor ante Mauricio Macri-, sus gremios afines, las dos CTA y los movimientos sociales.
Ayer, mientras las segundas líneas planificaban la marcha, que comenzará a las 15 y terminará cerca de las 17, las cabezas de los gremios más representativos elucubraban escenarios y alimentaban sospechas contra sus rivales internos.
Una primera certeza: como adelantó el viernes este diario, promete ser significativa la merma en el aporte de asistentes de los grandes gremios de servicios, los denominados «gordos», disconformes con que se hubiera confirmado la marcha a pesar de un resultado en las PASO que interpretaron como favorable al Gobierno, y por ende, motivo para revisar la convocatoria.
Comercio, el mayor sindicato de la Argentina, avisó ayer que dejó de lado la idea de manifestarse en la puerta de su propia organización y le informó a este diario que ni siquiera promoverá ese acto de presencia simbólica. En una línea similar, Sanidad y la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) prevén en el mejor de los casos aportar una columna modesta de afiliados, lejos de su potencial masivo de movilización.
Ayer, en tanto, surgió un nuevo interrogante que sacudió la organización del acto: los dirigentes que subirán al palco. De los 37 miembros del Consejo Directivo (los triunviros Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña, los otros 24 secretarios y 10 vocales) se prevé que algunos no irán y que varios optarán por permanecer junto a sus afiliados en las columnas de concurrentes. Las razones son varias: algunos lo harán para evidenciar el malestar interno por una convocatoria que no comparten. Otros, porque se confirmó que subirán al escenario concurrentes de otros sectores como los jefes de las dos CTA, Hugo Yasky y Pablo Micheli, y referentes de organizaciones sociales.
«Voy a subir al palco si los que están son dirigentes de la CGT. De lo contrario, me quedaré abajo con mis compañeros», le adelantó a este diario Omar Maturano, de los ferroviarios de La Fraternidad. El gremialista confirmó de todos modos así su participación en el acto y cuestionó con ironía a los eventuales ausentes: «Los que no van a ir será porque sus trabajadores están bien». La alusión pareció apuntar a Comercio y Sanidad aunque también entre los gremios del transporte había dudas respecto del aporte de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), que el viernes a última hora cerró su paritaria para los choferes de larga distancia con la colaboración del Gobierno.
El docente Sergio Romero (UDA) avisó que su columna «será de las más numerosas, por respeto a la institucionalidad de la CGT». Puertas adentro, su gremio debatía anoche si subir al palco por los mismos reparos de Maturano: la presencia de las CTA y grupos piqueteros.
Fuente: ambito.com