La CGT tensó ayer más la cuerda de su relación con el Gobierno para obtener respuestas a sus demandas antes de lanzar un paro en octubre. Una reunión del Consejo Directivo de la organización, preparatoria del Comité Central Confederal de este viernes, estuvo plagada de mensajes beligerantes y amenazas de disponer la primera huelga contra la administración de Mauricio Macri. En reserva, sin embargo, los dirigentes reconocieron que un alivio en Ganancias, así como alguna compensación para asalariados y jubilados antes de fin de año bastarán para deponer una medida de fuerza. Desde el Ejecutivo, en tanto, contestaron con un apoyo implícito a la disidencia gremial encabezada por Gerónimo Venegas.
La distancia entre discursos y negociaciones fue ayer patente. En medio de los cruces y advertencias surgió la posibilidad clara de que Mauricio Macri recibiera la semana que viene al triunvirato que integran Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña para intentar un carril institucional de diálogo mayor y darles a los dirigentes los elementos mínimos para desmontar un plan de lucha. Hasta entonces seguirá la pirotecnia verbal, que esta semana sumó un nuevo factor de discordia: la dilación por parte del Gobierno en reconocer formalmente, a través de una «certificación de autoridades», la nueva estructura de la CGT, como informó ayer este diario.
El encuentro del Consejo Directivo, en la sede de Azopardo, no entregó mayores novedades sino apenas la ratificación de que la gran mayoría de los gremialistas está a favor de iniciar un camino más hostil hacia el Ejecutivo. Los ejes del malestar: la insistencia oficial en programar para el año que viene los eventuales cambios en el Impuesto a las Ganancias; la pérdida de poder adquisitivo en los salarios pactados en paritarias; la posible apertura indiscriminada de importaciones, y la negativa por ahora a otorgar un plus en los haberes de los jubilados, entre otros.
Para el Confederal de mañana, de todos modos, se prevé darle mandato al triunvirato para llamar a un paro. No ponerle fecha, en los parámetros del sindicalismo tradicional, es una señal inequívoca de voluntad de negociación. De hecho, para el jueves que viene quedó confirmada una audiencia de los dirigentes con el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, el último funcionario con el que les restaba entrevistarse del gabinete económico. Ayer mismo surgió la posibilidad de que en ese encuentro pudiera participar Macri.
El secretario de Prensa de la CGT, Jorge Sola, enunció los puntos pendientes del pliego de demandas de la central sindical. Entre ellos destacó que «todos los sindicatos» que integran la organización «están planteando una reapertura de las paritarias, sea por un bono de fin de año, una gratificación o un ajuste porcentual» para compensar el desfase con la inflación acumulada. Y agregó que «no es una buena noticia» para la CGT la reforma de Ganancias como está planteada por el Gobierno a través de los borradores que trascendieron hasta ahora. La mayor queja gremial es que cualquier cambio deberá aplicarse desde 2017, cuando los dirigentes esperan adelantarlos para este año.
Sola también blanqueó una «fuerte diferencia» de la CGT con el Gobierno en torno al reconocimiento de las nuevas autoridades, como había publicado ayer este diario, y alegó que la nueva estructura «tiene los votos y la legitimidad» para funcionar como central obrera. Sobre este punto, ayer el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, recibió a Venegas junto con los gremios que impugnaron el congreso de unidad de la CGT. En ese sector alegaron ser 68 organizaciones. Desde la CGT opinaron al respecto que se trató de una provocación de parte del ministro, que agitará la tensión entre el oficialismo y Azopardo.
Fuente: ambito.com