Luego de haber apoyado durante la campaña a su rival, Macri ayer se mostró feliz de ser recibido en el Salón Oval por Trump. Recordaron que se conocían de su época de empresarios y prometieron estrechar las relaciones.
“Yo voy a hablarle de Corea del Norte, él va a hablarme de limones”, dijo, mitad en broma mitad en serio,el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en el breve contacto con la prensa que dio escoltado por Mauricio Macri en la Casa Blanca ayer al mediodía, marcando en su estilo las abismales diferencias de agendas. Fue, de todas formas, un reencuentro entre dos “viejos amigos”, según el apelativo al que acudió en repetidas ocasiones el norteamericano, recordando la época en que ambos se conocieron por cuestiones de negocios que no terminaron muy bien. Pero Trump disimuló cualquier resquemor que pudo haber quedado y prodigó elogios al invitado y a su supuesto “liderazgo” –una palabra fascina a los políticos estadounidenses– en la región. En ese sentido, ya era sabido que iban a coincidir sobre Venezuela, el tema con el que Macri ha buscado desde el inicio de su mandato congraciarse con Washington. Sin muchos avances concretos que mostrar, el clima obviamente favorable a sus “reformas económicas” dejó sumamente conforme a la comitivaargentina que mostró como hecho más trascendente que se logró “reencauzar” la relación entre ambos jefes de Estado luego de que en la campaña electoral la gestión de Macri manifestara su apoyo a Hillary Clinton. “Fue una reunión maravillosa”, fue el extasiado balance presidencial.
“¿Es tu primera vez en el Salón Oval?”, le preguntó Trump. “En la Casa Blanca, no. Aquí sí”, le respondió Macri. El presidente de Estados Unidos entonces lo presentó a los cronistas que rodeaban los sillones claros en los que también estaban ubicadas –tiesas– las primeras damas Melania y Juliana, como el debut en el famoso salón de quien definió como su “amigo”. “Nos conocemos desde hace mucho tiempo, desde antes de estar en política. Y quién hubiera dicho que iba a suceder esto”, dijo Trump. “Nadie”, metió bocadillo Macri, en su única intervención. Y la sorpresa de ambos es también la de buena parte del mundo.
El Grupo Macri intentó hacer un negocio inmobiliario en los ‘80 en Nueva York asociándose con The Trump Organization. Las infinitas trabas para el proyecto minaron la salud de Franco Macri que terminó delegando las gestiones en el joven Mauricio. A duras penas consiguieron que Trump les pagara para quedarse con la totalidad del proyecto para levantar una faraónica torre en Lincoln West. Los Macri no consiguieron asociarse con Trump, pero hoy los dos protagonistas de aquel embrollado negocio son presidentes de sus respectivos países.
“Es una gran y maravillosa persona y será un gran presidente de Argentina. Estoy absolutamente seguro”, siguió Trump. Macri siempre observó a su anfitrión con una sonrisa de oreja a oreja y cierto embelesamiento en la mirada. El Presidente había apuntado buena parte de su estrategia exterior a generar un buen vínculo con Barack Obama que continuaría con su sucesora Clinton. El inesperado triunfo de Trump lo obligó a recalcular el objetivo y ayer se lo veía feliz de hacer conseguido sentarse en la Casa Blanca.
@ “Yo voy a hablarle de Corea del Norte, él va a hablarme de limones”, dijo, mitad en broma mitad en serio,el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en el breve contacto con la prensa que dio escoltado por Mauricio Macri en la Casa Blanca ayer al mediodía, marcando en su estilo las abismales diferencias de agendas. Fue, de todas formas, un reencuentro entre dos “viejos amigos”, según el apelativo al que acudió en repetidas ocasiones el norteamericano, recordando la época en que ambos se conocieron por cuestiones de negocios que no terminaron muy bien. Pero Trump disimuló cualquier resquemor que pudo haber quedado y prodigó elogios al invitado y a su supuesto “liderazgo” –una palabra fascina a los políticos estadounidenses– en la región. En ese sentido, ya era sabido que iban a coincidir sobre Venezuela, el tema con el que Macri ha buscado desde el inicio de su mandato congraciarse con Washington. Sin muchos avances concretos que mostrar, el clima obviamente favorable a sus “reformas económicas” dejó sumamente conforme a la comitivaargentina que mostró como hecho más trascendente que se logró “reencauzar” la relación entre ambos jefes de Estado luego de que en la campaña electoral la gestión de Macri manifestara su apoyo a Hillary Clinton. “Fue una reunión maravillosa”, fue el extasiado balance presidencial.
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Apoyo para ingresar a la OCDE
“¿Es tu primera vez en el Salón Oval?”, le preguntó Trump. “En la Casa Blanca, no. Aquí sí”, le respondió Macri. El presidente de Estados Unidos entonces lo presentó a los cronistas que rodeaban los sillones claros en los que también estaban ubicadas –tiesas– las primeras damas Melania y Juliana, como el debut en el famoso salón de quien definió como su “amigo”. “Nos conocemos desde hace mucho tiempo, desde antes de estar en política. Y quién hubiera dicho que iba a suceder esto”, dijo Trump. “Nadie”, metió bocadillo Macri, en su única intervención. Y la sorpresa de ambos es también la de buena parte del mundo.
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El trámite para ingresar a EE.UU.
El Grupo Macri intentó hacer un negocio inmobiliario en los ‘80 en Nueva York asociándose con The Trump Organization. Las infinitas trabas para el proyecto minaron la salud de Franco Macri que terminó delegando las gestiones en el joven Mauricio. A duras penas consiguieron que Trump les pagara para quedarse con la totalidad del proyecto para levantar una faraónica torre en Lincoln West. Los Macri no consiguieron asociarse con Trump, pero hoy los dos protagonistas de aquel embrollado negocio son presidentes de sus respectivos países.
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La mano del amo
“Es una gran y maravillosa persona y será un gran presidente de Argentina. Estoy absolutamente seguro”, siguió Trump. Macri siempre observó a su anfitrión con una sonrisa de oreja a oreja y cierto embelesamiento en la mirada. El Presidente había apuntado buena parte de su estrategia exterior a generar un buen vínculo con Barack Obama que continuaría con su sucesora Clinton. El inesperado triunfo de Trump lo obligó a recalcular el objetivo y ayer se lo veía feliz de hacer conseguido sentarse en la Casa Blanca.
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Le preguntaron a Trump qué podía esperarse de la relación bilateral. “Vamos a ser grandes amigos, mejor que nunca antes. Y tenemos un maravilloso comienzo porque conozco a Mauricio desde hace muchos años. Es una gran persona y un gran líder. Hará un gran trabajo por Argentina y me siento muy cómodo respaldándolo”, insistió.
Allí fue donde tiró la frase que unió los limones argentinos –que desde hace años pujan por volver a ingresar a Estados Unidos– con la amenaza nuclear de Corea del Norte. “Estoy al tanto de los limones. Y lo crean o no, el negocio de los limones es un gran, gran negocio”, dijo Trump. Sin ganas de profundizar, el presidente norteamericano dijo que Venezuela era “un lío” y que la situación lo tenía “triste”. Los periodistas acreditados en la Casa Blanca estaban más preocupados en preguntarle por la continuidad del NAFTA, el acuerdo comercial que los une a México y Canadá.
Después del contacto con la prensa, ambos presidentes mantuvieron un encuentro a solas de 15 minutos. A eso le siguió un almuerzo al que se sumó el resto de la comitiva argentina compuesta por Marcos Peña, Susana Malcorra, Francisco Cabrera, Juan José Aranguren, Fulvio Pompeo y Sergio Pérez Gunella, el diplomático que quedó provisoriamente a cargo de la embajada en Washington luego de la renuncia de Martín Lousteau. Del lado norteamericano se sentaron el secretario de Estado, Rex Tillerson, el secretario de Comercio, Wilbur Ross, y el yerno y asesor Jared Kushner, entre otros.
Según aseguraron miembros de la comitiva argentina, Ross le prometió a Cabrera que levantarían las restricciones a los limones. Hasta anoche, en Tucumán, la provincia afectada por la medida, no tenían novedades al respecto. Curiosamente, el plato principal del almuerzo entre Trump y Macri eran agnolottis de ricota con salsa de… limón. La otra curiosidad del menú fue que incluía chorizo, el embutido más denostado por el macrismo.
Los gobiernos emitieron una declaración conjunta repleta de las acostumbradas expresiones de deseos sobre el incremento de la relación bilateral y la creación de un grupo de trabajo sobre cuestiones cibernéticas. Expresaron su “preocupación por la deteriorada situación de Venezuela” y Trump dio su apoyo a Argentina para la organización de la reunión del G-20 el año que viene, sin terminar de confirmar si eso significaba que viajaría a Buenos Aires.
Dos puntos que el gobierno argentino exhibió como triunfos: el ingreso al Programa Global Entry para facilitar el ingreso de argentinos a Estados Unidos (ver recuadro) y la desclasificación de documentos relacionados con la última dictadura militar (ver página 4). Antes de irse, Macri le hizo una broma a Trump recordando los partidos de golf que jugaban en sus años de empresarios.
Macri pasó luego por el Capitolio para reunirse con legisladores y cerró con un discurso en inglés ante unos 500 empresarios convocados por la Cámara de Comercio en el Hotel Four Seasons, en Washington. “Vengan a invertir en la Argentina que además de buena carne y turismo la ventaja que ahora tenemos es estar lejos del centro del mundo. Están en el momento justo en el lugar acertado”, ofreció Macri el país. Fue la última actividad antes de emprender el regreso a Buenos Aires.
Fuente: pagina12.com.ar