«El día 294 de su gestión, el presidente Mauricio Macri sentenció: «Quiero decirles que este punto de partida que tenemos hoy es sobre el cual quiero y acepto ser evaluado como Presidente». Ese día, el 29 de septiembre de 2016, anunciaba que, según el INDEC, el 32,2% de los argentinos quedaron bajo la línea de pobreza. La declaración de Macri y el anuncio conjugaron una propuesta clara: desconocer los efectos de sus medidas de gobierno, que llevaron ese y otros indicadores a un notable retroceso respecto a la situación político-económica con la cuál asumió la presidencia. El mismo día hizo una confesión innecesaria pero elocuente: que su eslogan de campaña “Pobreza cero” no se podía cumplir. La exigencia de Macri es inaceptable. El Plan Macri tiene el desafío de contrariarlo. Varias de las medidas de gobierno de esos 294 días por los que Macri no acepta ni quiere ser evaluado las analizamos en el libro Macri lo hizo. Si una virtud tiene ese libro es que cada capítulo no sólo disecciona una política de gobierno sino que visulmbra un horizonte a futuro que, en general (y por desgracia, para la mayoría de la población), se cumplió. El Plan Macri es su continuador necesario. (…) El Plan Macri es, entonces, la continuación de ese trabajo que comenzamos con Macri lo hizo. Pero ya no se trata ahora de identificar el cambio de rumbo que tomó el país, sino de escrutar la consolidación de un modelo restaurador y revanchista, basado en la transferencia de riqueza hacia los sectores más concentrados, la desregulación económica, la pauperización de derechos sociales, culturales, económicos y políticos, el recrudecimiento de la política represiva, todo orquestado por una dinámica comunicacional que encubre sus consecuencias presentes, ya palpables, y futuras, ya previsibles. Extracto de la Introducción, por Ari Lijalad.
Cuando pasen unos años, este va a ser un libro de historia. ¿De donde van a sacar la historia sino? ¿Si todo esto no lo quieren contar? Hay que pensar este libro como un libro que hace historia. Es una felicidad poder hacer libros. No cualquiera escribe libros. Y menos un libro que guste. Porque estos libros de denuncia te tienen que gustar para que lo leas todo. Este no es un libro triste. Es un libro que te impulsa a pensar bien lo que estas haciendo para ayudarte a pelear. Libros como este son los que te ayudan a pelear. No son tristes. Triste es si me quedo en mi casa llorando. Pero con estos libros, al ver lo que le están haciendo, el que los lee tiene más ganas de pelear. Yo creo que son de muchísima utilidad. No son libros tristes. De ninguna manera. Te ayudan a pelear. No digo que te enseñan. Te ayudan. Tenés que saber pelear. Pero te ayudan un montón. Si estas medio bajoneada y lo lees, ¿como te vas a quedar sentado en tu casa con lo que le están haciendo al país? Si te quedas ya sos culpable. Si lees este libro y no salís a pelear sos culpable. Extracto del Prólogo, por Hebe de Bonafini.
No existen registros en la historia argentina donde la deuda externa se haya contraído por necesidad nacional. Nunca implicó crecimiento, sino que es una forma de sometimiento de los pueblos a los intereses del poder económico y financiero. La historia nos revela que el endeudamiento nacional siempre es negocio de los privados que, actualmente con el PRO, coincide con los públicos. Extracto del capítulo “Todo nos conduce al default: el endeudamiento en la era Cambiemos”, por Romina Kupelian.
El voto electrónico, está demostrado, introduce riesgos en la seguridad del voto y la vulnerabilidad del sistema, dos cuestiones que, a largo plazo, pueden generar el peor de los efectos: la desconfianza del electorado en un sistema al que sólo pueden auditar por terceros. Es cierto, como se dice, que “todos los sistemas son vulnerables”, incluso los de papel en todas sus modalidades. Pero la diferencia en la seguridad del voto electrónico y el de papel radica en que el primero abre la puerta a un tipo de vulnerabilidad cualitativamente diferente: una vulnerabilidad incapaz de ser detectada. Ese fundamento, entre otros, obligó a muchos países del mundo a volver al sistema de boleta de papel, optando por resguardar el principio básico que sostiene el sistema democrático: la transparencia y seguridad de lo que decide la voluntad de los ciudadanos. Extracto del capítulo “Voto electrónico: a contramano del mundo”, de Tomás Aguerre.
Con el retorno a la hegemonía del mercado y el fin de las políticas de intervención del Estado en la economía, sumado a los mantras cantados al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, el gobierno de Macri re-establece una pesada herencia que consiste, sencillamente, en abrir las fronteras comerciales a productos importados, reprimarizar la economía, abortar el proyecto de un país industrializado y fomentar la autorregulación del sistema financiero y su mayor participación en la renta nacional. Las consecuencias sociales de este proyecto generan exclusión e implican disciplinar salarialmente a los sectores trabajadores. Por eso, ninguna de las medidas que se van adoptando en el plano económico, fiscal y monetario pueden analizarse de forma escindida del creciente aumento de la criminalización de la protesta social cuyo único propósito es hacer desaparecer cualquier expresión de resistencia social. En el mediano plazo, la criminalización de la protesta dará lugar a la criminalización de la pobreza, tal como sucedió durante los años noventa. Ninguna de estas medidas -ni las económicas, ni las represivas – podrían tener lugar sin el auxilio de una formidable operación discursiva, teórica, prácticas y simbólica destinada a establecer como idea que el pasado es mentira mientras que la verdad está en el futuro (curiosamente Cambiemos nunca habla del presente, siempre provoca desplazamientos temporales). Así opera la matriz neoliberal del nuevo orden conservador. Extracto del capítulo “Las reformas regresivas del Banco Central”, de Pedro Biscay.
Mientras avanza, sistemática y ferozmente un fenomenal proceso de ajuste económico y social, los diarios y canales de Tv solo hacen trasmiten, en una suerte de cadena nacional, ex funcionarios subiendo las escaleras de Comodoro Py, sede de la justicia penal federal. En la Argentina gobernada por Mauricio Macri, ya no existe la justicia, ni el Estado de Derecho, ni la Presunción de Inocencia, ni el Debido Proceso. Los programas de televisión se han constituido en una suerte de tribunales colegiados que juzgan sin apelación ni amparo posible. Se han derogado para muchos ciudadanos las garantías constitucionales. Encuestas que intentar convencer a jueces de dictar prisiones preventivas, fiscales que envían audios contando como que intentan «quebrar» a personas detenidas a través de sus hijos son imágenes que ofrece hoy el Poder Judicial Argentino. A ese poder judicial, que ejerce su ministerio surcado de operadores y servicios de inteligencia, que notifica sus resoluciones primero a los medios de comunicación y luego a los afectados. A ese poder Judicial sin decoro desobedeció Hebe de Bonafini. Extracto del capítulo “La desobediencia”, de Graciana Peñafort.
Es una relativa novedad, quiero decir, la propia posibilidad de que cobre algún sentido esta expresión, “nueva derecha”, con la que en la Argentina viene caracterizándose a esa rara avis de nuestro espectro político, ideológico y cultural al que abarcamos bajo el nombre de macrismo. Por este motivo conviene que nos preguntemos qué es lo que tiene de “nueva” esta “nueva derecha” argentina hecha de nombres y apellidos y fortunas que no son, por cierto, nada nuevos, de ideas y preocupaciones y manías que tampoco son nada originales, de valores y principios y enemigos que son casi sin matices los de siempre, y de un programa económico que es menos novedoso todavía. ¿Qué tiene de “nueva”, entonces, la nueva derecha que gobierna la Argentina?, preguntamos. Extracto del Epílogo, de Eduardo Rinesi.
Fuente: tiempoar.com.ar