Se conformó en Bahía Blanca una mesa de prevención, contención y represión del narcotráfico en la ciudad, ante la sucesión de episodios y hallazgos que generan honda preocupación en la sociedad.
Dirigentes políticos, judiciales y sociales adhirieron a la conformación de un grupo de trabajo para abordar la problemática, convocado por la Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca.
Para conocer cómo se trabaja en los barrios de nuestra ciudad para reducir el consumo de drogas, hablamos con Andoni Freije Integrante de Familia Grande Hogar de Cristo: «La propuesta de la iglesia es recibir y acompañar a los pibes que están rotos».
Familia Grande Hogar de Cristo es una federación que tiene centros barriales en gran parte del país que tienen como finalidad dar respuesta integral a situaciones de vulnerabilidad social y/o consumos problemáticos de sustancias psicoactivas, poniendo en primer lugar a la persona y sus cualidades.
En Bahía Blanca, Freije junto a Enrique González y Martin Napa, coordinan 3 dispositivos: Calle Belén, en Güemes 250; Casa Maranatha, en el Bajo Rondeau, y un terreno productivo que está cerca de la FISA.
En muchos barrios de la ciudad hay vecinos que atraviesan cotidianamente situaciones de vulnerabilidad social. Entre ellas, problemas asociados a la salud, a la vivienda digna y al consumo de sustancias. Ante esta problemática, que afecta a chicos, jóvenes y adultos, los tres centros barriales Familia Grande Hogar de Cristo de la Iglesia católica que hay en la ciudad se constituyen como espacios que sirven de contención para quienes buscan dejar las adicciones.
«Los dispositivos surgieron para responder a una necesidad vital: acompañar de forma integral a quienes desean rehabilitarse y que muchas veces no tienen en quién apoyarse o están en situación de calle. Y que esa ayuda la puedan encontrar dentro del barrio hace que sea más posible el sostener un tratamiento a largo plazo», detalló.
En este sentido, alertó: «Hay pocos espacios de contención y acompañamiento para los pibes«.
Además, manifestó que desde la federación, «creemos que hay otras posibilidades para las personas que consumen que no sean necesariamente la cárcel o la muerte».
Antes de finalizar, realizó un repaso sobre el inicio de FGHC, «veíamos que había muchos pibes complicados y nos pusimos a trabajar en las problemáticas del barrio».
Se trata de una red de centros barriales creada por sacerdotes católicos que vivían en las villas de la Ciudad de Buenos Aires. El primer establecimiento se fundó en 2008 en la villa 21-24, una de las más pobres de la capital, con una misa de monseñor Jorge Mario Bergoglio, hoy el Papa Francisco. En este momento, la federación agrupa 170 espacios en 19 provincias de Argentina y ya ha ayudado más de 20.000 personas a tratar sus adicciones.
Desde la organización observaron que el consumo de drogas en los barrios informales era un síntoma de un problema mucho más amplio de exclusión social. “Todos los centros nacen a partir de una demanda de los barrios y comunidades que estaban sufriendo”.
Según una investigación realizada por Ann Elizabeth Mitchell, docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina (UCA), salvo unas pocas excepciones, las personas que asisten al Hogar de Cristo perciben una mejora general en su bienestar desde que empezaron a concurrir al centro barrial. Los cambios positivos más prevalentes son una reducción de la frecuencia de consumo de drogas y una mejora en el cuidado personal, las relaciones consigo mismo y con la familia.
La inserción territorial es un aspecto que diferencia al Hogar de Cristo de otras alternativas terapéuticas. Tener libertad de movimiento y mantener el contacto con la familia les permite hacerse responsables de su proceso de reducción del consumo. Las personas que asisten a los centros siguen cerca de la realidad que los llevó a consumir y buscan evitarlo en ese mismo entorno.