“Nosotros no tenemos forma de que se nos escuchen si no se visibiliza nuestro problema”, dice sobre la importancia del documental Ni un pibe menos la madre de Kevin, el chico de 9 años que una noche de 2013 murió por una bala de las más de cien de todo calibre (incluido de armas de guerra), que se propinaron dos bandas narcos sin la mínima intervención de las fuerzas de seguridad. En charla informal y acompañada por el abogado de la familia (Luciano Ortiz Almonacid), Roxana recuerda que cuando el director Antonio Manco le propuso hacer un documental por la muerte de Kevin, dijo: “¡Por supuesto! Si nadie nos quería dar bolilla. Nosotros pudimos hacer ver todo lo que pasa en las villas con las fuerzas de seguridad. El documental sirve para eso, para hacer visible nuestros problemas.”
A Ni un pibe menos, que se estrena en el Gaumont el jueves 4 de mayo y que se podrá ver en distintas salas del país, la definición de extraordinario le corresponde por varios motivos. El primero es el protagonista: se trata de un colectivo formado por varias personas y organizaciones, entre las que algunas llevan más peso narrativo, como los padres y hermanos de Kevin y la organización barrial que entre otras cosas publica La Garganta Poderosa. Pero como bien se dice en un momento: prácticamente por primera vez se unieron todos los vecinos en pos de un objetivo común, que es recordar la muerte de Kevin y en ese recuerdo llevar adelante una lucha por el fin de la violencia institucional en su barrio.
Otro es que su director, Antonio Manco, de origen italiano, había empezado a rodar una película sobre la Zavaleta unos días antes de la muerte de Kevin, o sea que lo pudo registrar vivo y pudo comenzar el documental inmediatamente después de la muerte de Kevin. Pocas veces las circunstancias -aunque trágicas- favorecen tanto una realización cinematográfica. Manco no sólo ya estaba en el terreno, sino que ya lo conocía y tenía sus contactos para realizar un film sobre la original experiencia del barrio y sus organizaciones (que tiene ramificaciones en toda Latinoamérica).
Por último, entre los muchos varios motivos que hacen de Ni un pibe menos un film extraordinario, imprescindible y de una emotividad elevadísima, está la tremenda necesidad que los habitantes de la Zavaleta (y de todas las llamadas villas) tienen de que sus problemas y sentires sean escuchados como los de cualquier persona, y no con el filtro estigmatizador de los grandes medios de comunicación y las instituciones del estado. Como ejemplo la película recuerda que el crimen de Kevin estuvo días sin ser tratado por los grandes medios pese a las denuncias que querían realizar. Tener a Manco en el barrio en ese momento fue una especie de fortuna.
Y que sin querer puede provocar una producción en cascada de otras miradas sobre la misma problemática. Y ayudar a entender, como dice el abogado Almonacid en esa charla informal, que “en una república todo acto de una fuerza de seguridad es un acto de gobierno, y por lo tanto público; así que es un derecho filmarlo y difundirlo, por más que como se ve en la película que ocurre en la Zavaleta y otros barrios ellos no se quieren identificar, ponen excusas y dicen no hace falta”.
Sitio oficial del film: http://www.niunpibemenos.com/index.html
Fuente: tiempoar.com.ar