Temen en el oficialismo que mejoras en Ganancias y subas en combustibles, luz y gas presionen hacia arriba. Se necesita proyección de menos de 20% para el año para paritarias y mejorar el clima electoral.
El Gobierno se concentrará en las próximas semanas en una meta económica complicada: controlar la inflación y que los índices de los primeros cuatro meses del año no superen el 2% mensual. La idea es que cuando llegue el momento de contabilizar el alza de los precios en el primer cuatrimestre de 2017, no se supere el 5%; y que para el resto del año el incremento se estacione en no más de 1% mensual. Así se podría lograr el gran objetivo inflacionario que el Ejecutivo tiene en la mira para este ejercicio: que el IPC que mide el INDEC no supere el 20% anual y que incluso se estacione dentro de los límites del 17% que se defiende en el oficialismo. No es un capricho estadístico. Aseguran en el Gobierno que es fundamental mostrar un comienzo de año controlado en el IPC, para que desde mediados de marzo cuando comiencen a negociarse las paritarias 2017, los principales sindicatos del país acepten una meta anual de entre 20% y 25.
El Gabinete Económico se preocupó por algunos datos que surgieron, entre otras fuentes, del Banco Central, donde se asegura que la inflación núcleo continúa alta (motivo por el cual la entidad mantiene las tasas en 24,75%) y que la proyección para el período en cuestión podría complicarse por tres motivos ineludibles. El primero es, curiosamente, una buena noticia para la economía: la inyección de $10.000 millones en el mercado interno a partir de la mejora en el Impuesto a las Ganancias para 1,5 millón de contribuyentes en relación de dependencia. Como informó ayer este diario, se trata de la gran apuesta del Ejecutivo para mejorar la economía al comienzo de este año, a la espera que sea la industria la que impulse el PBI. Sin embargo, se teme en el oficialismo que parte de ese dinero termine presionando a los precios de los artículos de consumo masivo como alimentos, bebidas, textiles, limpieza y, por cuestiones estacionales, bienes del rubro educación. Se llega a esta conclusión por motivos ortodoxos: como la producción no aumentó en estos sectores, pero habrá más demanda por un mayor poder adquisitivo por la mejora en los salarios sobre los que bajó la presión de Ganancias; el punto de equilibrio para estos productos podría subir. Para esto desde el Gobierno habrá una política directa, digna de años anteriores: hablar cara a cara con los «formadores de precios» (el término se está utilizando en estos días en algunos despachos oficiales), para que se mantengan los valores de enero y que, en todo caso, haya incrementos racionales que acompañen la inflación real. Si esto no sucediera, ayer el ministro de la Producción Francisco Cabrera dio una pista de lo que se tiene en planificación: abrir las importaciones (ver pag. 4).
Temor
El otro temor que existe sobre la presión sobre la inflación, es también ineludible. El Gobierno ya autorizó en enero alzas de combustibles de 8% promedio, y se incrementarán la luz el 1 de febrero y el gas en abril. Son costos que inevitablemente se trasladan a los valores finales y que distorsionarán cualquier intento de mantener a raya la inflación. La visión oficial es que este fenómeno no puede superar un punto porcentual mensual, y que, incluso podría ser menor. Lo que se buscará desde el Gobierno es, otra vez, que no haya desmanejos de parte de los privados.
Aunque no hubo en los primeros cuatro meses del año mediciones oficiales, la comparación anual le jugará a favor al Gobierno. Según lo que calculó en su momento el Ministerio de Hacienda de la Ciudad de Buenos Aires (el indicar más fiel al nacional), las alzas a comienzos de 2016 fueron del 4,1% en enero, un 3,7% en febrero, el 3,3% en marzo y un 6,5% en abril.
La meta de una inflación de 5% para el período enero- abril dará lugar a la segunda meta del año: que en el resto del período el alza de precios se ubique, aún con altibajos, en 1% promedio mensual hasta diciembre. Sabe el Ejecutivo que desde mayo ocurrirá una cuestión estadística clave. Ese mes, pero en 2016, el titular del INDEC, Jorge Todesca, comenzó a difundir públicamente el nuevo IPC, que en esa oportunidad arrojó un alza de precios que llegó a 4,2%, con lo que la posibilidad de mostrar en mayo de 2017 un aumento de no más de 1% sería considerado en el macrismo un logro político fundamental. Es un mes donde, además, comenzará a recalentarse la maquinaria electoral y se necesitarán imperiosamente buenas noticias económicas para encarar el proceso. Siguiendo la misma línea de análisis, la comparación anualizada siempre quedaría a la mitad del 40% registrado el año pasado, lo que se debería dar más credibilidad a la versión inflacionaria oficial en tiempos electorales.
Paritarias
La idea del Gobierno es que en el primer trimestre de 2017 la inflación no supere el 4%; y permita presionar entre fin de marzo y abril, con cierta credibilidad, la posibilidad de negociar incrementos salariales para este año de no más del 20 o el 25%, según el sector de la economía que se trate. Ese 20% será además el porcentaje tope que tanto el Gobierno nacional como la gestión bonaerense de María Eugenia Vidal quieren tomar como válida para negociar las paritarias nacionales de la administración pública. La gobernadora quiere tener lo antes posible los datos inflacionarios optimistas que le prometieron desde Olivos para los primeros meses del año, para llamar a los siempre complicados gremios de los docentes de la provincia para cerrar las paritarias de este año con el mismo esquema que 2016. Esto es, un porcentaje de incremento porcentual fijo de no más del 20% con la promesa de reabrir las discusiones hacia fin de año si la inflación final des- borda las proyecciones macristas. Vidal asegura que tiene este año el beneficio de la credibilidad, ya que sostuvo su promesa de incrementar los salarios si el IPC superaba el 40% en 2016 algo que, afirman en el oficialismo, no ocurrió.
Fuente: ambito.com