El vaciamiento de un proyecto comienza por una decisión. Lo que sigue es buscar argumentos formales para darle el golpe de gracia. En lo que va del año, Arsat frenó el desarrollo del tercer satélite argentino de telecomunicaciones, autorizó la operación de siete satélites extranjeros que compiten con los propios, frenó la instalación de antenas de televisión digital (ver aparte), discontinuó la entrega de decodificadores y cedió al Ministerio de Modernización su Data Center.
Al 31 de octubre, el gobierno llevaba ejecutados apenas 187 millones de pesos del presupuesto de la compañía estatal, el 10% de lo que se había invertido en 2015. Días después, una resolución administrativa reasignó a otras áreas 1747 millones que la empresa aún no había utilizado.
“Nunca vi un gobierno que malgaste tanto los recursos. Se tiran fibras ópticas que no hacen falta, se generan empresas satelitales que no funcionan.” La frase es de Mauricio Macri y fue pronunciada en septiembre de 2014. Un mes después, en plena euforia por el lanzamiento del Arsat-1, el hoy presidente cambiaba su discurso y decía que era “un eje fundamental de lo que viene”, que en caso de ser electo mantendría “lo que está bien”. Mintió.
Los fríos números
La Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) destaca en su último Informe de Ejecución Presupuestaria de la Administración Pública Nacional, de fines de octubre, que Arsat es la empresa estatal que sufrió mayores recortes en las transferencias de los gastos de capital. La compañía nacional de soluciones satelitales había recibido en los primeros 10 meses de 2015 unos 1960 millones de pesos para su funcionamiento; en el mismo período de 2016 apenas obtuvo 187 millones.Una semana después se conocerían los motivos.
El 22 de noviembre se publicó en el Boletín Oficial la Decisión Administrativa Nº 1351/16, estableciendo un recorte del crédito para transferencias de capital a Arsat de 1747,7 millones de pesos, prácticamente la misma cifra subejecutada hasta el momento.
Tiempo intentó comunicarse con las autoridades de Arsat pero no tuvo respuesta. La situación se repite desde enero, cuando este diario solicitó la primera entrevista con el entonces flamante presidente de la compañía, el abogado Rodrigo de Loredo, yerno del titular del Ministerio de Comunicaciones Oscar Aguad.
De Loredo sí habló con otros medios. En enero le adelantó a Clarín que “seguro habrá modificaciones” en el presupuesto que había aprobado el gobierno anterior. Poco después se conoció la decisión de suspender el desarrollo del satélite Arsat-3 y de “reenfocar esfuerzos” en la red de fibra óptica que, como dijo a la agencia estatal Télam en abril, “es de todas las unidades de Arsat la que más inmediatamente puede generar un provecho productivo en lo económico y social”. Este lunes, De Loredo volvió a ufanarse vía Télam de haber facturado 1000 millones en ventas de capacidad de Arsat en el año. Pero en enero también había dicho que el plan de negocios que recibió de la gestión anterior “preveía ingresos por 1200 millones”. Lo que no mencionó en ningún momento el presidente de la compañía tecnológica es cómo se destinó el dinero.
Una cuestión de enfoque
El 4 de noviembre de 2015, el Congreso sancionó la Ley 27.208 de Desarrollo Satelital, que declara de interés y prioridad nacional el desarrollo de la industria en lo que respecta a satélites geoestacionarios de telecomunicaciones. También aprobó el Plan Satelital Geoestacionario Argentino (PSGA), que estipula la fabricación de ocho satélites nuevos hasta 2035, incluyendo el reemplazo de Arsat-1 y 2 por otros completamente eléctricos.
El PSGA también explica que la inversión estatal para el desarrollo de satélites quedaba prácticamente saldada con la puesta en órbita del Arsat-2, el 30 de septiembre de 2015. La comercialización de la capacidad de los satélites permitiría los ingresos necesarios para elaborar los siguientes ocho. Ese modelo de negocio independizaba la rama satelital e impulsaba a la vez la industria nacional asociada a su desarrollo. De ahí en más, la inversión estatal podía destinarse a otras áreas estratégicas: la iluminación de la fibra óptica, la extensión de la Televisión Digital a todo el país y la provisión de decodificadores antes del apagón analógico de 2019 (ver recuadro).
“Hoy están usando los ingresos que generan Arsat-1 y 2 para iluminar la red de fibra que ya fue tendida mientras abandonan los otros proyectos, y además ofrecen ese servicio a empresas privadas que se quedan con la última milla permitiéndoles mejorar su negocio”, explican trabajadores de Arsat que solicitan no ser citados. La estrategia fue decidida hace tiempo.
Héctor Huici, actual secretario de Tecnologías de la Información y Comunicación del Ministerio de Comunicaciones, lo había anticipado en mayo en unas jornadas organizadas por la Universidad Abierta Interamericana. Allí señaló que “Arsat será operador mayorista” en fibra óptica y no un competidor. Destacó que como la Ley 27.208 establece que al menos el 51% de la empresa debe ser estatal, analizaban incorporar capital privado hasta un 49 por ciento. Y definió al desarrollo de la Televisión Digital como una “mochila de plomo” por su escasa rentabilidad.
Huici, socio en el estudio de abogados de Federico Pinedo y uno de los hombres fuertes del PRO en el ministerio (ver aparte), tenía un plan que rápidamente se convirtió en hechos.
El sector científico viene denunciando hace rato lo que hoy se comprueba. “Yo me guío por lo que dijo Miguel Braun en el Atlantic Council en febrero», señala a Tiempo el físico Jorge Aliaga, ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. «Allí dijo que la Argentina se iba a concentrar en lo que es ‘naturalmente competitiva’. Es decir, agronegocios, energías alternativas, energía no convencional si el petróleo sube, minería, software. Así quedan de lado un montón de rubros que estaban pensados en el Plan Argentina Innovadora 2020 del Ministerio de Ciencia y que incluían a las pymes. Ninguna economía se desarrolla así”, cierra el referente del espacio Ciencia y Técnica Argentina. «
El interés de Federico Pinedo por la tecnología satelital
Héctor Huici es el hombre de Federico Pinedo en el Ministerio de Comunicaciones. Son socios en un estudio de abogados junto con José Sánchez Elía, el primer nombre que circuló para el cargo de secretario de Comunicaciones apenas asumió Macri. Pinedo y Sanchez Elía fundaron en 1996 la compañía de soluciones integrales de comunicación Tesam Argentina, hoy conocida como Tesacom. En esa empresa también se desempeñaba como director de tecnología Hugo Miguel, quien dejó el cargo para asumir como subsecretario de Planeamiento en la Secretaría de Tecnología de la Información y las Comunicaciones. Tesacom ofrece en siete países de la región servicios que compiten con Arsat y es socio de Hispasat, empresa denunciada por operar de manera irregular en el territorio nacional.
Mientras el Estado autoriza a otros siete satélites extranjeros a operar en el país en contra de los intereses de la empresa nacional, Pinedo ya presentó un nuevo proyecto de Ley de Telecomunicaciones, similar al que había presentado en 2005, cuando era director de Tesacom.
El Estado dinamizador del desarrollo
«Ayer hablé con Macri sobre el rol del Estado en la innovación y por qué las políticas neoliberales no sirven para ello. No estoy segura de que lo haya entendido.» El mensaje que la economista Mariana Mazzucato publicó en Twitter el 23 de abril prendió como pólvora en las redes de los científicos argentinos. La profesora de la Universidad de Sussex, invitada por la CEPAL, explicó la tesis de su libro El Estado Emprendedor: que el desarrollo tecnológico siempre está vinculado a una decisión estatal. Aun casos usados como paradigma del emprendimiento privado, como Apple, se valieron de desarrollos generados por el Estado (desde Internet y el GPS hasta las pantallas táctiles). Según Mazzucato, el borramiento del rol del Estado tiene consecuencias claras: presentar al mercado como fuerza innovadora, sosteniendo que el Estado es demasiado burocrático para dinamizar la economía; y facilita a las compañías apropiarse de las utilidades que generan los conocimientos financiados con recursos públicos.
Cae la TDA y el cable festeja
Uno de los desarrollos estratégicos de Arsat es el despliegue de la Televisión Digital Abierta, la única oferta gratuita que habrá cuando en 2019 se finalicen las transmisiones analógicas de Televisión (el sistema por el que hoy llega la TV abierta). La gestión anterior había iniciado el proceso y faltaba una última etapa, que contemplaba 35 estaciones. De ellas hay ocho ya instaladas y funcionando, cuatro en construcción o por inaugurarse y 23 cuya construcción fue cancelada, según informaron a Tiempo fuentes de Arsat que solicitaron no ser citadas.
Fuente: tiempoar.com.ar