Los sindicatos que quedaron al margen de la CGT acordaron ayer el relanzamiento de las 62 Organizaciones, un sello histórico del gremialismo tradicional pero en virtual desuso, para ganar autonomía de negociación con el Gobierno, tener inserción en el debate del peronismo y rechazar la inclusión de organizaciones sociales en las estructuras de la central obrera mayoritaria. El entendimiento tomó forma ayer en un almuerzo que compartieron el rural Gerónimo Venegas, aliado incondicional de Mauricio Macri y titular formal de la franquicia, y el taxista Omar Viviani, que entre ambos lideran alrededor de un centenar de gremios.
El encuentro, que adelantó esta semana este diario, se gestó en la sede del gremio petrolero de Antonio «Coco» Cassia y tuvo como articulador a Oscar Mangone, líder del sindicato de personal del gas, exaliado de Hugo Moyano y uno de los dirigentes más cercanos al ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y al papa Francisco. Fue, en términos diplomáticos, el gestor del acercamiento de Venegas y los sindicatos que antes reportaban a la CGT de Moyano con Viviani y el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA), en donde militan organizaciones de peso como Unión Ferroviaria, Smata (mecánicos) y Luz y Fuerza.
Se trata de una unión en principio circunstancial, sólo fogoneada por la condición de sindicatos disidentes de la CGT que no tomaron parte de la fusión concretada el mes pasado, y entre dirigentes que tienen pocos puntos en común en el plano político. Sin embargo, se proponen hacerle sombra a la central con el argumento de ser casi tantos sindicatos como los que participan de la CGT. Además, mientras Venegas puede adjudicarse una sintonía máxima con Macri, el taxista y sus aliados del MASA contabilizan a su favor con ser cofundadores del bloque Justicialista en la Cámara de Diputados, así como tener el respaldo de varios gobernadores peronistas.
En la superficie ambos sectores declinaron participar de la unificación de la CGT por estar en desacuerdo con el formato de triunvirato que adoptó la conducción, con la participación de Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña. Tanto Viviani como Venegas exigían una jefatura unipersonal, aunque por lo bajo aclaraban que sus aliados habían quedado afuera de la cima de la conducción. El jefe de Uatre fue más allá y presentó, junto a medio centenar de gremios, impugnaciones al Congreso de unidad que están bajo análisis de la cartera laboral.
En los últimos días los disidentes sumaron un factor de consenso: de un lado y del otro reprobaron el acercamiento de la CGT a organizaciones sociales como Movimiento Evita, Barrios de Pie, Corriente Clasista y Combativa y la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular. La revitalización de las 62 Organizaciones (sello que suma medio siglo y que data de la proscripción del peronismo) llega acompañada, en ese sentido, con enarbolar la bandera del sindicalismo ortodoxo y peronista. En el almuerzo de ayer, los comensales rumiaron, de paso, que detrás de las organizaciones sociales «está la mano de Cristina de Kirchner», como reflejó un comunicado difundido por Cassia.
Fuente: ambito.com