A partir del Premio Nobel otorgado a Claudia Goldin, una economista estadounidense con una amplia trayectoria en el estudio de la situación laboral y los ingresos de las mujeres, el tema de la brecha salarial de género volvió a estar en agenda.
Agostina Costantino, economista e investigadora del CONICET, dialogó con Radio Urbana sobre las causas que llevan a la desigualdad de ingresos entre hombres y mujeres. Constantino señaló que «las mujeres ocupadas, en promedio, ganan un 27% menos que los varones ocupados» en Argentina.
Esta brecha salarial, explicó la economista, se da por diversas razones. Una de ellas, es la segregación horizontal. «Las mujeres nos insertamos en unas actividades y los hombres en otras. Las mujeres tienen trabajos en el sector de cuidados, de educación y de salud. Se extienden al ámbito laboral las tareas que las mujeres ya hacen en el ámbito doméstico».
Sobre Claudia Goldin, Premio Nobel de Economía 2023. ? pic.twitter.com/8len8LYeTc
— IIESS UNS – CONICET (@IIESS_CONICET) October 9, 2023
Por otro lado, se da la segregación vertical, más conocida como “techo de cristal”. «Segregación vertical o techo de cristal: las mujeres acceden menos a puestos de decisión. La razón última es la forma en que se distribuyen las tareas de cuidado dentro de los hogares». Según la Encuesta del Uso del Tiempo del INDEC, «las mujeres destinan 6 horas diarias a tareas de cuidado no remunerado. Mientras que los hombres dedican 3 horas y media. Por esta razón, las mujeres tienen menos tiempo para destinar al trabajo asalariado. Los empleadores prefieren hombres para puestos jerárquicos porque demandan más tiempo y las mujeres dedican más tiempo a tareas de cuidados».
Costantino señaló que, en promedio, las mujeres tienen más formación que los hombres. Aún así, «en el mismo puesto, las mujeres argentinas ganan un 19% menos que los hombres. Las diferencias salariales ni siquiera están explicadas por el nivel de formación». Es por eso que el galardón otorgado a Goldin toma un valor simbólico mayor que en otros años. «El Nobel marca para dónde va la agenda de la economía. Frente a los discursos negacioncitas, pone un límite. No es posible decir cualquier cosa».