“No estemos tristes, afligidos, callados o quietos. La movilización de los pueblos es lo que libera. Las Madres vamos a seguir en esta posición inclaudicable para que no sigan avanzando sobre nosotros. Ya demasiado hicieron en siete meses. Macri, pará la mano”. Eran poco más de las seis de la tarde cuando Hebe de Bonafini le habló por segunda vez en el día a una multitud que la abrazaba. A primera hora de la mañana el abogado de la Asociación Madres de Plaza de Mayo había presentado un escrito ante el juzgado de Marcelo Martínez de Giorgi anticipándole que no se presentaría a la segunda citación a declaración indagatoria por la causa Sueños Compartidos (ver aparte). Un operativo policial, inédito para ejecutar la orden de detención de una mujer de 87 años, se desplegó entonces a la hora en que desde hace 1999 jueves las Madres salen para la histórica ronda en la Plaza de Mayo. No pudieron cumplir con la misión y la noticia empezó a esparcirse por los medios del mundo al ritmo de cientos de personas y dirigentes políticos que confluían en la plaza y luego en la espontánea procesión el regreso a la casa a dos cuadras del Congreso.
–Nos rodearon de policías, cruzaron un auto delante de la camioneta de las Madres pero salimos por arriba de la vereda. Les hicimos una gambeta –le contaba un rato después a Víctor Hugo Morales
–Hicieron una jugada maradoniana –le comentó el conductor de C5N.
–Sí… y el pueblo convirtió el gol –remató Hebe.
“Estupor” “desazón”, “barbaridad”, eran las palabras repetidas por la gente suelta que se apretujaba en Hipólito Yrigoyen al 1500. Llegaron esas mujeres que están luchando en la calle hace cuarenta años y el ánimo cambió. “Con Hebe no se jode”, “Madres de la Plaza/ el pueblo las abraza” se desató el coro. Las Madres saludaban, plenas: “siempre igual, en la pelea, vivas”.
Un símbolo
La gente fue llegando, suelta. “Estaba en el trabajo, me llegó un whatsapp y acá estoy. Esto es una gesta. Están probando hasta dónde pueden llegar. El nivel de reacción que tenemos”, repetía Fabían, 47 años, empleado. Unos pasos más adelante Andrés Eraso había llevado su cámara colgando para registrar uno de esos días que no podría olvidar. “Dónde pueda poner mi cuerpito, estoy, trato de acompañar. Esta gente no sabe qué hacer en este país. En siete meses han generado un desbarajuste fenomenal que no saben cómo arreglar”.
“Ché, mañana no se olviden de mirar Clarín y La Nación” para ver lo que pasó”, ironizaba un fotógrafo sorprendido por una concurrencia que se fue sumando a lo largo de cuadras. “Por la Avenida de Mayo, cuando la combi volvía de la Plaza les tiraban papelitos desde los balcones”, contaba. “Esto es doloroso pero también estar juntos es la forma de recargar pilas”, sintetizaba otra señora.
Las Madres llegaron precedidas por una guardia improvisada de motoqueros, bajaron de la combi y como pudieron se abrieron paso hasta llegar a la cocina. El lugar en el que se encuentran a diario. “Algunos creen que esto es el Kremlin. Y lo primero que decimos todos los días es qué vamos a comer. Pedimos algo y después nos reímos porque no nos acordamos que pidió cada una”, contaría Hebe más tarde desdramatizando el día en que por primera vez casi la encarcelan en democracia.
La primera plana del kirchnerismo y sus aliados se fue sucediendo a lo largo del día rodeando a las Madres. Axel Kicilloff, Oscar Parrilli, Juan Cabandié, Andrés “El Cuervo” Larroque, Martín Sabbatella, Jorge Ferraresi, Nilda Garré, Amado Boudou, Luis D’Elía, Hugo Yasky, Roberto Baradel, Teresa Parodi, Gabriela Alegre, Carlos Raimundi, Gustavo Oliva, Gabriela Cerruti, Daniel Catalano, Héctor Recalde, Tristán Bauer, Florencia Saintout, Beto Pianelli, Néstor Segovia, Daniel Santoro se sucedieron en la cadena de saludos. A última hora, después de hablar por teléfono llegó Máximo Kirchner. “Rescato la dignidad de Hebe y las Madres, siempre están dispuestas a poner el cuerpo: como en la dictadura, en el 2001 cuando les tiraron los caballos de la policía encima y también en este momento”, dijo el diputado en línea con los discursos que habían expresado sus compañeros.
“La única lucha que se pierde es la que se resigna. Este atropello no es sólo contra Hebe, empezó con Milagro Sala, sigue con la persecución mediática y judicial a Cristina. Hoy es a Hebe y mañana a todos los militantes populares”, dijo Parrilli. Larroque destacó que “el pueblo estuvo a la altura de las circunstancias, inundó las calles”. Sabbatella subrayó que “Hebe es un monumento a la dignidad. Si tocan a Hebe y a Cristina, nos tocan a todos”. Catalano, secretario general de ATE Capital, apuntó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich “para que sepa que hay un pueblo decidido a resistir por más órdenes de Washington que quiera cumplir”. Kicillof señaló “la vergúenza internacional que provoca el intento de detener a Hebe. La noticia hoy es que los luchadores populares son perseguidos mientras que quieren liberar a los represores. Este proyecto sólo se puede imponer con la represión de los que luchan”. D’Elía apuntó contra “el Poder Judicial y los medios que no van a poder parar la lucha popular”. Ferraresi advirtió “vamos a dar pelea. Las Madres no le tuvieron miedo a Videla ¿le van a tener miedo a Macri?”.
Hebe cerró el improvisado acto en la puerta de Madres confesando su felicidad por “la movilización del pueblo” y todos juntos entonaron a viva voz el Himno Nacional. Otra vez la procesión se encaminó entonces hacia la intimidad de la cocina de la casa de las Madres.
Otro camino
Después de entregarle el escrito al juez De Giorgi reseñándole por qué no iba a ir a declarar en la causa en la que está imputada por defraudación (ver página 5), las Madres lo difundieron a los medios, a la dirigencia, a las embajadas. “Recibí ofrecimientos de asilo de dos países”, comentaba mientras descartaba cualquier alternativa que la alejara de su vida normal: “Mañana (por hoy) voy a Mar del Plata a un congreso de comunicación, un tema del que las Madres sabemos mucho”.
Hizo un alto en los saludos y dialogó con Página/12.
–¿Pensó que iba a pasar lo que pasó?
–Pensé que iba a ser un día para cambiar cosas. Cuando anoche escribí lo que escribí pense que por lo menos algunas personas iban a pensar diferente, que se podría hacer eso.
–Cuando dice “cambiar cosas”, esto es lo revulsivo: ante la citación del juez, uno dice hay que ir, y usted dice “no necesariamente” ¿Cree que esto lo puede asimilar el sistema?
–El sistema no lo asimila, hay que tirarle un poquito de soda caústica para que se lo diluya. La soda caústica viene a ser el pueblo en la calle. Hoy el pueblo diluyó muchas ideas y abrió muchas cabezas. Se dan cuenta que se puede pensar. Un juez no es Dios, le han hecho creer a estos jueces que pueden hacer cualquier cosas. Pasan quince años de un crimen y no condenan a nadie. A Macri nadie le pregunta lo que hizo con la plata, lo que estafó mientras persiguen a Cristina.
–¿Estuvo muchas veces detenida?
–Me detuvieron por primera vez en La Plata no bien se llevaron a mi hijo porque yo le exigía que reciba un habeas corpu. En el ‘77, el juez Ruso me detuvo porque le grité y lo insulté. Me llevaron en un camión grande, esos azules, me tuvieron un rato yme largaron. Después en la comisaría 5 donde estaba mi hijo. Después muchas veces en la plaza. Nos ponían presas en celdas diferentes y no nos dejaban hablar con nadie. Yo me llevaba una cámara de fotos y me la ponía en la barriga, sacaba fotos de los baños de las comisarías. Pedía ir al baño y era el único lugar donde podía sacar fotos, en la celda no podía porque los milicos me iban a sacar la cámara. Las tenemos en un álbum y todos me preguntan ¿qué son estos inodoros?
–En democracia, ¿alguna vez la detuvieron?
–No. En democracia, en la época de Alfonsín fue muy duro cuando nos pintaron las casas, nos pusieron ‘Madres terroristas’. A mí me rompieron todo el frente de la casa. Una noche, yo vivía sola en City Bell sentía golpes en el techo y resulta que me habían tirado un sapo con latas atadas en las patas para asustarme. Dos veces nos quisieron matar, nos tiraron el coche encima, a mi hija la torturaron. Me vaciaron la casa varias veces. Yo nunca denuncié porque el capitalismo iguala todo. En los diarios decían le llevaron esto, esto y también dos hijos.
–Usted dijo que por la causa Sueños Compartidos ya allanaron dos veces la sede de Madres.
–El ex juez Norberto Oyarbide allanó y nunca hicieron nada. A Martínez de Giorgi fui a verlo con otra persona y le dije que no nos escuchaba a nosotros porque él sólo se sometía al dinero que le ponía Schoklender sobre la mesa. Y el me dijo: ‘Señora, usted me está denunciando? Le dije: ‘Tómelo como quiera’. Yo fui a decirle un montón de cosas, él tiene toda la documentación, con sesenta cajas, a nadie le importa. Ni las miran. En vez de llamar a quien tiene que llamar, llama a las viejas.
–¿A quién tiene que llamar?
–A Schocklender le devolvió lo que había pagado de fianza para no estar preso. Y a nosotros nos embarga la cuenta del fideicomosio que no lo puede hacer.
–¿Cómo sigue esto?
–A mí me gustaría ser chamán porque los chamanes en serio que saben cosas, pero no lo soy. Creo que depende mucho de cómo le pegó a Macri la marcha, cómo el mundo reaccionó. Si a nosotros nos llevan presas es porque los yanquis se lo pidieron. El ideas propias no tiene.
Yo lo que quise mostrar es que hay otra cosa que se puede hacer. No es que ellos te llaman y vos tenés que ir, hablar todas las veces, no importa para qué. Yo hice otra cosa, decirle todo lo que me pasó y todo lo que pasa. Eso lo podemos hacer nosotras, no necesitás el escrito de un abogado. Eso también les molesta, es el escrito de una mujer que no fue casi a la escuela. Parece que nosotros los pobres no podemos tener ideas, lucidez para romper con los esquemas de ellos. Esto es romper con el esquema del capitalismo. Cuando dije que en la Corte Suprema eran unos turros y se enojaron todos…Me quedé corta cuando les dije turros.
Fuente: pagina12.com.ar