El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur (IIESS, CONICET-UNS), publicó un nuevo informe elaborado a partir de los datos de la encuesta del proyecto del instituto: “Inclusión social sostenible y políticas públicas en perspectiva regional”.
El documento presenta un análisis estadístico y geográfico acerca de la situación de vulnerabilidad y riesgo ambiental que afecta a los sectores más carenciados en Bahía Blanca.
«La población que vive en la periferia de Bahía Blanca está entrampada en la pobreza», dijo el licenciado en Economía y miembro del Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas del Sur, Mauro Reyes.
«En la ciudad se visualiza una clara segmentación socioeconómica y espacial consecuente con una distribución poblacional afectada por situaciones de crisis macroeconómicas, olas migratorias desde sectores rurales y la casi nula planificación gubernamental», desarrolló.
En este marco, describió que los hogares con mejor dotación de recursos y mayores ingresos se ubican en los sectores norte y oeste del conglomerado urbano.
Mientras que, «las familias en peor condición socioeconómica se asientan en las regiones sur y este, lindantes a la zona marítima y a las rutas nacionales que rodean la zona urbana local».
Es así como las zonas periféricas de la ciudad son las más afectadas, «fundamentalmente por la falta de acceso a servicios básicos como el agua potable, conexión a red cloacal, acceso a energías limpias para cocción y calefacción».
¿A que llamamos vulnerabilidad ambiental urbana?
En la actualidad, el término vulnerabilidad refiere a una situación inestable, de riesgo o indefensión ante un evento súbito o continuo. A partir de esta definición, el término de vulnerabilidad se aplica en las diferentes ramas de la ciencia (social, climática, financiera, ambiental, de salud, entre otras)
«La vulnerabilidad ambiental urbana refiere al riesgo de sufrir eventos súbitos de la naturaleza, pero también aspectos continuos de daño eventual, como la contaminación y el acceso escaso o nulo a infraestructura y servicios básicos».
Por otro lado, tras evaluar las posibilidades de adaptación de los hogares al riesgo que enfrentan, los autores del informe describen que los hogares de barrios de la zona sur y la periferia del este y oeste, resultan ser los de mayores niveles de vulnerabilidad ambiental. Esto a su vez, se relaciona directamente con los sectores donde se emplazan los asentamientos informales.
Se observa una clara diferencia entre los grupos evaluados; poco más del 44% de los hogares vulnerables ambientales indica que sus ingresos son insuficientes, mientras que un 43,3% respondió que le alcanza y solo un 12,3% puede ahorrar.
En cambio, el 59,9% de las familias no vulnerables reporta que les alcanza para afrontar sus gastos, un 25,1% ahorra y tan solo un 17% respondió que su ingreso no es suficiente.
El 31% de los hogares vulnerables posee un sostén del hogar con educación secundaria incompleta, mientras que solamente un 29,3% completó sus estudios universitarios o terciario. Las familias no vulnerables muestran un mejor desempeño, alcanzando el 56,6% de los hogares con un sostén profesional universitario o terciario.
Los hogares ambientalmente vulnerables también muestran niveles superiores de carencias en cuanto a alimentación (Insuficiencia Alimentaria Grave)1. Del mismo modo, un 30,5% de estas familias recibe ingresos por Asignación Universal por Hijo (AUH). Además, solamente un 62,7% de los hogares vulnerables ambientales posee acceso a cobertura de salud
Los sectores no vulnerables, en los cuales la cobertura de salud es cercana al 86%, la insuficiencia alimentaria afecta al 6,9% de las familias y solamente el 9,3% recibe AUH.
El estudio explora además la realidad socioeconómica de los barrios, teniendo en cuenta variables como ingreso, educación, suficiencia alimentaria, entre otras. «Realizar este informe nos permitió conocer la realidad de los vecinos en todos los sectores de la ciudad y plasmar como las cuestiones demográficas generan una mayor desigualdad en el desarrollo de las familias. A partir de esto, se puede pensar en diseñar políticas que rompan con la lógica de privaciones en todos sus factores», concluyó Mauro Reyes Becario Doctoral CONICET.
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