Mientras que para muchas personas la siesta es algo casi religioso y sagrado, para muchas otras resulta una utopía. Este descanso no es un hábito perjudicial para las personas. Al contrario, si se realiza durante un tiempo y un horario determinado, puede favorecer la atención, el aprendizaje y el buen humor.
Según un estudio de científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, «representan un beneficio para la memoria».
«La siesta mejora la atención y la codificación, algunos tienen mayor aprendizaje después de despertarse, el estado de animo y el humor que es bastante fundamental para el día a día», sostuvo Malen Moyano, biotecnóloga de la UNQ, en Total Normalidad.
Aunque no existe un momento determinado, dado que la siesta debe adecuarse al contexto de la persona, Moyano sugiere que lo mejor es realizarla entre las 13 y las 15 horas para no alterar el sueño nocturno. “Si nos vamos a dormir la siesta a las cinco de la tarde, probablemente esa noche nos cueste más conciliar el sueño”, afirma la biotecnóloga y becaria del Conicet en el Laboratorio de sueño y de memoria del Instituto Tecnológico de Buenos Aires.
En la población adulta, la recomendación es dormir siestas cortas que oscilen entre los 15 y los 45 minutos. Según Moyano, este descanso “favorece el rendimiento cognitivo, el estado de alerta y el estado de ánimo”.
En este sentido, una investigación de Aylin Vazquez Chenlo, bioingeniera del Laboratorio de sueño y de memoria del Instituto Tecnológico de Buenos Aires, muestra que dormir una siesta de 20 minutos después de aprender una tarea, mejora dicha memoria incluso si se la evalúa una semana después.
Según Malen Moyano, «cuando uno habla de las siestas es importante pensarlo a nivel educativo y empezar a aplicar siestas cortas en los colegios, es bastante importante, para ver si mejora el aprendizaje de los chicos», y profundizó, «pensemos que muchos hacen doble jornada, por ende, a esta hora están destrozados. Uno lo habla desde el disfrute, pero también tiene aportes buenos».
En contrapartida, habló sobre las píldoras para dormir que «alteran la estructura del sueño». Además indicó que siempre deben estar recetadas por un médico, dado que, «en nuestro país se consume mucho sin receta y no está bien».