El video que se viralizó sobre la profesora discutiendo con sus alumnos en una escuela de La Matanza generó un revuelo público que terminó utilizándose en las altas esferas de la política en tiempos de campaña electoral.
Mientras la oposición utilizó el mismo discurso político, asegurando que la profesora les «lavaba el cerebro» a sus estudiantes, el oficialismo tuvo miradas divergentes. Mientras Nicolás Trotta, ministro de Educación, aseguró que «no se debe politizar la educación», el presidente Alberto Fernández manifestó que no había que «estigmatizar» a la docente y que «hay que entender que estaba planteando un debate».
El docente y magíster en Historia, Manuel Becerra, en diálogo con Radio Urbana dijo: «Fue una forma que puede ser pedagógicamente cuestionable, pero si es por el tema o las ideas que circula no es el problema. El problema es cómo se encara este tema en el aula y la situación de escrache a la docente».
Y agregó: «Es una escena bastante desafortunada y la viralización también hace que se genere una situación tensa en la escuela. En el colegio lo que tenemos que tratar es que los conflictos considerados como fuera de lugar sean canalizados por dentro. Si hay algo que resolver, se debe trabajar y resolver al interior. Cuando se viraliza, ahí ya entramos en otro terreno, porque toda la comunidad educativa de la escuela queda expuesta. Imaginate lo que va a ser trabajar las próximas semanas en ese lugar. Todos saben quién fue la docente y cuál es el curso de los alumnos que viralizaron el video».
«No me sorprende porque le llaman adoctrinamiento a la exposición de ideas que no les gustan. Ellos quieren adoctrinar con otro marco conceptual, son ideas que no les gustan, no están objetando la forma, están objetando el contenido».
En cuanto a la educación en tiempos de cuarentena, el docente Manuel Becerra detalló: «Lo más duro fue no estar en el espacio y en las escuelas con pares. Eso nos trajo consecuencias emocionales a todos, principalmente a los alumnos de primeros grados. Ahí sí puede haber un impacto sobre las rutinas de trabajo. En el resto de los cursos se lograron reponer los contenidos, no pasó tanto por ahí el problema. La dificultad fue la falta de presencialidad, porque no se pudieron tocar los temas de forma más rica. La virtualidad no puede reemplazar de ninguna manera los niveles obligatorios. En otros niveles, como los universitarios o de nivel superior, la virtualidad sí puede funcionar como un buen reemplazo en algunos casos, es otro escenario. La virtualidad en los niveles iniciales licúa mucho la potencia didáctica y social de la escuela, no cabe ninguna duda».