El Día Mundial de la Población es una excelente excusa para recordar que, en el último quinquenio, la fuerte caída de la fecundidad es la principal novedad en cuanto a las tendencias sociales de mediano y largo plazo. De hecho, entre 2014 y 2019 la fecundidad en nuestro país bajó un 22%, el descenso más pronunciado desde que existen registros anuales de esta variable.
Hablamos con Carola della Paolera, Coordinadora del programa de Protección Social del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC): «La tasa de fecundidad, la cantidad de hijxs que tienen las mujeres cayó un 22%. Es el descenso más rápido en los últimos 70 años».
El descenso de la tasa de fecundidad puede adjudicarse a distintas políticas públicas y cambios culturales, sociales y laborales en las últimas décadas. Algunos de los dinamizadores incluyen la Educación Sexual Integral, el Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia, y avances en la integración de las mujeres en el mercado de trabajo, entre otras.
Es por esto motivo que para Carola della Paolera, nos indica como pensar políticas públicas, de desarrollo y, además, refleja logros significativos en términos de equidad de género.
«Las mujeres se han ido insertando en el mercado de trabajo, es una buena novedad porque significa que hay mayor decisión sobre la maternidad».
La transición demográfica es reflejo de logros significativos, pero también genera nuevos retos. Gracias a la dinámica del bono demográfico, en las últimas décadas la proporción total de la población en edad de trabajar aumentó, lo que genera una oportunidad con respecto a la disponibilidad de recursos para redistribuir. Sin embargo, este efecto comenzará a revertirse en el futuro próximo y llegará a su fin en alrededor de 15 años, por lo que considerar inversiones estratégicas en este periodo resulta central. En otras palabras, en el mediano plazo el país contará con menos personas adultas en edades activas en relación con las personas mayores ya jubiladas (Gragnaloti, Rofman, Apella y Troiano, 2014). ¿Cómo sentar las bases para un aumento significativo de la productividad de las y los trabajadores del futuro que pueda compensar la esperable caída en la proporción de la población que trabaja, con vistas a sostener el Estado de Bienestar? La respuesta no es única ni evidente. Los cambios demográficos tomarán cada vez mayor protagonismo en el debate sobre el devenir de la sociedad.
«En países en vías de desarrollo la gente estaría teniendo menos hijxs como resultado de esta menor planificación. En argentina lo vamos a saber con mayor detalle una vez que los datos estén disponibles. Lo que si es claro que siempre será relevante el embarazo no intencional por todas las consecuencias negativas que tiene en términos de desarrollo individual y, también es importante mejorar la condición económica de las personas para que mejoren los proyectos de vida».
En el contexto actual, donde casi 6 de cada 10 niños/as vive en la pobreza, el acceso a la educación de calidad se dificulta y la posibilidad de las y los jóvenes para acceder a un empleo con buenas condiciones es baja, pensar y planear el mediano y largo plazo parece un ejercicio de ciencia ficción. Pero si no logramos que los/as niños/as y jóvenes de hoy tengan acceso a salud, cuidados y educación de calidad, será difícil evitar una dinámica de envejecimiento y pobreza generalizados. Mejorar el acceso a estos servicios no solo es una respuesta necesaria a la agenda de derechos sociales de hoy; es imprescindible en la construcción de un futuro con desarrollo económico y mayor bienestar para toda la población.