El consumo irónico es parte de la sensibilidad posmoderna: antes que rechazar el mal gusto de la sociedad de consumo, nos unimos a ella. No es un fenómeno nuevo pero las redes lo han potenciado. ¿A quién le conviene el consumo irónico? Los que miden el éxito en redes o los puntos de rating no le ponen adjetivos a qué hacemos con el bien más escaso que tenemos: nuestra atención. Hablamos con Eugenia Mitchelstein por su ensayo en Revista Anfibia