NUEVO DISEÑO SINDICAL DISIDENTE QUE PREVÉ ENFRENTAR AL GOBIERNO
El palco de ayer mostró ausencia casi total de dirigentes de la central sindical. El camionero compensó con sectores sociales y el kirchnerismo.
Hugo Moyano se reinventó una vez más. Aislado por la CGT y dejado de lado hasta por sus colaboradores más estrechos, el camionero recuperó ayer el cetro de sindicalista más influyente del país y se puso al frente de una nueva apuesta, ecléctica y en algunos casos contradictoria, orientada a encolumnar todo el gremialismo disidente y también, con vistas a 2019, el peronismo opositor al Gobierno nacional.
Los que llevan más años junto al gremialista emparentan su nueva encarnación con la del Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) de mediados de los 90, cuando se constituyó en eje del gremialismo que rivalizó con Carlos Menem. Las diferencias: aquella experiencia tuvo mayor volumen sindical (acompañaban a Moyano los colectiveros de la Unión Tranviarios Automotor, entre otras organizaciones de peso), pero la actual presenta ventajas por la presencia de movimientos sociales más asentados (la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, como núcleo de entidades, en lugar de la Corriente Clasista y Combativa en soledad),
La novedad, que no estaba presente en la experiencia noventista de Moyano, es la aparición de expresiones políticas dispuestas a ponerse bajo su amparo callejero. Es el caso de La Cámpora y de parte del peronismo bonaerense, de buen diálogo con Pablo Moyano. La presencia de Máximo Kirchner y del Andrés «Cuervo» Larroque, entre otros, operó como una puesta a disposición del kirchnerismo a favor del camionero y no a la inversa.
Ese sistema de alianzas tiene como contrapartida el alejamiento cada vez más sostenido de la CGT. El palco montado sobre la 9 de Julio estuvo casi por completo raleado de integrantes del Consejo Directivo de la central sindical y, en cambio, plagado de dirigentes sociales, de las dos CTA y de gremios al margen de la conducción de la CGT como los de la Corriente Federal que orienta el bancario Sergio Palazzo.
En la planificación de largo plazo Moyano no aspira a constituirse como la pata sindical de una opción electoral del peronismo, sino en el articulador en última instancia de esa alternativa. Es decir que la puesta en vidriera de su poderío a través de la protesta callejera de ayer tuvo como destinatario, además del Gobierno, el peronismo que pretende arrebatarle a Mauricio Macri su reelección en 2019. Quienes lo conocen explican que Moyano sabe que son hoy nulas sus chances de liderar como candidato un espacio de esas características, pero eso no le impedirá asentarse como decisor.
Así planteado el gremialismo se encamina a dividirse en dos expresiones diferenciadas por la formalidad y el accionar: de un lado, los «gordos» de los grandes sindicatos de servicios y los «independientes» de buen diálogo con el Ejecutivo que buscarán recuperar para sí la CGT y la habitualidad de la negociación con Macri en tópicos tradicionales como los fondos de las obras sociales. En ese grupo abrevarán necesariamente las oficialistas 62 Organizaciones y el Movimiento de Acción Sindical. Del otro quedarán Moyano, las dos CTA (con aspiraciones de mínima de unificarse, y de máxima de fusionarse con el camionero y sus aliados) y los grupos sociales mayoritarios, preparados para sostener a largo plazo una conflictividad administrada.
Fuente: pagina12.com.ar