El Mató a un Policía Motorizado y Los Espíritus dominaron la escena en la jornada final del encuentro en las sierras cordobesas.
A pesar de que los escenarios Universo Geiser y Quilmes Garage se transformaron en una estupenda alternativa, la primera fecha del Cosquín Rock 2018 conservó ese gustillo rancio a una manera de comprender el rock en la Argentina. Pero los tiempos cambian. Y el festival también. Lo que dejó en evidencia su última jornada, que sirvió para el desembarco formal del indie local. Si bien el año anterior sendas plazas se estrenaron en el encuentro musical de patente cordobesa, en esta ocasión, al mismo tiempo que se afinó la curaduría de éstas, se sumó el escenario principal. Allí se presentaron el domingo El Mató a un Policía Motorizado y Los Espíritus. El primero, el grupo insignia de la escena, llegó ahí en calidad de debutante del evento. Además lo hizo tras alzarse con el mejor disco local de 2017, La síntesis O’Konor. Mientras que la agrupación liderada por Maxi Prietto y Santiago Moraes, una de las grandes sensaciones de la movida, y artífice de otro de los trabajos representativos de la temporada pasada, Agua ardiente, ya estuvo en el primer Quilmes Garage.
Durante el ocaso, y en poco menos de una hora, el grupo platense, frente a una multitud, fundamentó el repertorio de su show en las canciones de su flamante disco, de las que destacaron “El tesoro” y “La noche eterna”, que condimentó con los clásicos “Mujeres bellas y fuertes” y “Más o menos bien”. Y se la vio rutilante sobre el escenario central del aeródromo de Santa María de Santa María de Punilla en ese hecho histórico para el rock argentino. Pero el punto de inflexión no sólo se sintió en la propuesta y el sonido al que había acostumbrado hasta entonces el festival, sino también en el perfil de público que suele asistir. Al punto de que, a contramano de la cultura del aguante, en la performance de El Mató a un Policía Motorizado las banderas brillaron por su ausencia. Eso sucedía en simultáneo con la performance de Luca Bocci en el Quilmes Garage, donde el enfant terrible del indie mendocino siguió sumando adeptos con temas generacionales que se atreven a la suspicacia y al amor, y que son capaces de arrancar arrebatos de emoción tal como sucedió con la “Era de Piscis”.
Una vez que acabó su actuación, Bocci salió disparado al escenario principal para ver a Los Espíritus. Al igual que viene sucediendo con el resto de sus presentaciones, Cosquín Rock se vio atrapado por esa pipa de la paz cargada de blues, rock y psicodelia de la agrupación creada en 2010. Y es que estos remadores de brazada fina armaron un espiral festivo que largó con el mántrico “Huracanes” y se despidió con la campestre “La rueda que mueve al mundo”, aunque por el medio pasaron los místicos “La crecida”, “Jugo” y “Perro viejo”. Si bien a partir del final de este show el festival volvió a recuperar su ADN idiosincrático, con René Pérez (ex Calle 13) devenido en una suerte de eslabón con un estupendo recital que aunó tribus y canciones tanto de su etapa grupal como solista, la novedad volvió a refugiarse en el Universo Geiser y el Quilmes Rock. En comparación al día anterior, esta vez intercambiaron roles. Uno era más ecléctico, mientras que el de la marca de cerveza tiró al asador lo mejor y más nuevo del indie argentino.
Luego de que por ahí pasaran los poperos, urbanos y bailables Barco, Lo’ Pibitos y Bándalos Chinos, el clímax de ese escenario llegó con Perras on the Beach, revelación del festival en 2017, y Usted Señálemelo. Protagonistas del Manso Indie (nombre con el que se le conoce al indie mendocino), ambas agrupaciones, después de presentarse un año antes en ese espacio frente a una audiencia más magra, pudieron medir su rápido crecimiento con la cantidad de público que abarrotó la Quilmes Garage. Mucha gente quedó fuera, lo que no le impidió ver de la manera que pudiera a dos de los fenómenos de la música popular contemporánea argentina de esta época. Después de ellos llegó Louta, quien se trajo desde Buenos Aires toda la escenografía que distingue a esas puestas recitaleras siempre a un tris de la dramaturgia. Al tiempo que Indios y Militantes del Clímax despedían al aforo mejor curado de la jornada, los renovados Bandas de Turistas y los fenomenales Rey Hindú hacían lo mismo en el Universo Geiser.
Aunque en esa carpa alternaron otros adalides del indie local, Viva Elástico, con el nuevo proyecto grupal de Fernando Ruiz Díaz, Vanthrax, y el emprendimiento unipersonal de Piti Fernández, quien al menos tuvo acceso a la revancha, luego de que en la jornada inaugural del evento la lluvia le impidiera a la banda que lidera, Las Pastillas del Abuelo, concluir su presentación.
Esta segunda fecha del Cosquín Rock será recordada además como una de las más frías del festival, por el clima otoñal que dejó el temporal del sábado, y también por la revisión de Acido argentino, ese discazo de Hermética, amén de obra esencial para entender la evolución del metal nacional, a través de Malón. Comandado por un Claudio O’Connor excepcional, pero con una puesta austera, el cuarteto emocionó a una militancia siempre fiel con himnos del octanaje de “Atravesando todo límite” y “Vientos de poder”. Lo más destacado del escenario temático, esta vez dedicado al metal (el día uno fue para el reggae), con Horcas, Los Antiguos, Viticus y Carajo.
Al dejar ese atrás el Temático Metal, para tomar dirección hacia el escenario principal, La Casita del Blues volvió a tornarse en la diva del festival. Especialmente por el show de La Mississippi. Al aproximarse a esa masa humana en la que se encontraba la mayoría de las 40 mil personas que acudieron a la segunda y última jornada del Cosquín Rock, The Offspring, emisario del pop punk, hacía gala de sus hits. Pero antes de que los veteranos californianos desenfundaran clásicos como “Come Out and Play”, “Hit That” y “Original Prankster”, La Vela Puerca brindó un recital cargado de éxitos. Pero sin emoción. Todo lo contrario a Los Ratones Paranoicos, quienes no sólo regresaron al evento con un ímpetu vigoroso, sino que también lo hizo con una puesta similar a la de su vuelta de el Hipódromo de Palermo. Ya para el cierre, Guasones y Los Gardelitos presentaron una versión renovada de sí mismos. Sin embargo, para los que no daban más y se iban, este Cosquín Rock podría ser recordado como el de la pluralidad y la reinvención. Sólo si el futuro es coherente.
Fuente: pagina12.com.ar