Francisco enfrentó uno de los temas más complejos de este viaje a Chile. Hubo quienes criticaron que el cuestionado obispo Juan Barros se encontrara participando de la misa. El Pontífice llamó a respetar a los migrantes y a los pueblos originarios.
Como buen jesuita, la segunda jornada del papa Francisco en Chile comenzó muy temprano. Tras sus rutinas religiosas, se dirigió al Palacio de La Moneda. En plena Plaza Constitución, recibió honores del orfeón de Carabineros y los vítores de la gran cantidad de personas que llegaron a verlo.
Haciendo gala de su estadía en Chile, en los años que comenzaba su vida sacerdotal, Jorge Mario Bergoglio citó el himno chileno para comenzar su discurso ya al interior del palacio presidencial. “Es una alegría venir a Chile, pues ha sabido formarme y hospedarme en mi juventud”, dijo en el Patio de los Naranjos donde fue recibido por la anfitriona, Michelle Bachelet, con quien mantuvo diálogos de complicidad durante toda esta parte de la agenda. El Papa también se dio tiempo de saludar a Sebastián Piñera, el presidente electo chileno y si bien le entregó un par de obsequios a él y su señora, su acercamiento fue notoriamente más frío.
A la hora de hablar, las cosas cambiaron. El ceño de Francisco cambió, sobre todo al lanzar que los casos de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia Católica le causaban “dolor y vergüenza”. Los cimientos de La Moneda se movieron, tanto así que algunos presentes se abrazaron. “Vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia… Se quiere unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que esto no se vuelva a repetir”, dijo el Papa.
En su alocución también señalo que “la pluralidad étnica de esta Nación exige ser contemplada sin dogmatismos…Chile tiene un reto grande, seguir trabajando para que la democracia sea el lugar de encuentro para todos, un lugar para que todos sin excepción se sientan convocados para construir casa familia y nación, una casa llamada Chile”. Agregó que “es preciso escuchar, escuchar a los parados, a los pueblos originarios. Escuchar a los migrantes que llama a la puerta de este país, escuchar a los ancianos con su sabiduría, escuchar a los niños que se asoman al mundo con ojos de asombro”.
Con su planteamiento, el Papa enfrentó algunos de los temas más complejos que se esperaba tocará en este viaje. Por lo mismo, su esperanza en el futuro del “país generoso, que ama su historia y mira con esperanza… y que tiene en el alma la vocación de la terca capacidad de existir”, fue ampliamente celebrada por los asistentes.
A su turno, Bachelet sostuvo que “hoy hacemos mucho más que abrirle las puertas de La Moneda; hoy le abrimos las puertas de Chile a un amigo”. Ante unos 800 invitados, la presidenta resumió su gestión y destacó los avances del país desde la última visita de Juan Pablo II en 1987.
“Estamos orgullosos de lo que hemos construido juntos, de los obstáculos y tragedias que hemos superado…Queremos poner a las personas, a sus temores, esperanzas y su dignidad, a su igualdad y diversidad, como motor de nuestro desarrollo”, destacó la mandataria.
“Hace treinta años nos visitaba el Papa Juan Pablo II. Lo hacía en medio de la ansiedad que sentíamos por dar a conocer la realidad de un país herido. Necesitábamos que los ojos del mundo nos acompañaran, que nos ayudaran a superar la falta de libertad”. “Y esa voz llegó y contribuyó a que nuestro país volviera a reencontrarse. Qué bueno poder decirle que hoy Chile es otro”
Tras la ceremonia, Bachelet haciendo gala de su tradicional simpatía, se ofreció para acompañar al Papa a la cárcel de mujeres por la tarde. “Yo lo acompaño, voy a estar de ‘arroz’, como se dice, no voy a hacer nada”. “¡Qué lindo”, respondió Francisco “Nos vemos esta tarde, entonces”, cerró el Papa con una sonrisa, justo antes de abordar el papamóvil en que se dirigió al Parque O’Higgins.
Se trata del mismo espacio que albergó a miles de personas hace 30 años, cuando Juan Pablo II vivió en carne propia las protestas y represión que marcaban la realidad chilena en medio de una sangrienta dictadura. Quizás por eso la misa que ofició fue denominada “por la paz y la justicia” y que convocó a más de 400 mil fieles, según Carabineros.
“¡Cuánto conoce el corazón chileno de reconstrucciones y de volver a empezar, cuánto conocen ustedes de levantarse después de tantos derrumbes!, ¡A ese corazón apela Jesús; para que ese corazón reciba las bienaventuranzas!”, fue una de sus frases en el lugar.
“Las bienaventuranzas no nacen de actitudes criticonas ni de la “palabrería barata” de aquellos que creen saberlo todo pero no se quieren comprometer con nada ni nadie”, agregaba el santo padre.
Mientras tanto, en las afueras del parque que hoy luce completamente cerrado, a diferencia de 1987, Carabineros se enfrentó con un grupo de alrededor de 50 manifestantes que se movilizaron en los momentos que el Papa Francisco oficiaba su primera misa masiva. Los individuos pertenecían a diferentes organizaciones sociales y fueron repelidos con camiones hidrantes, mientras que algunos de los manifestantes reaccionaron lanzando piedras y otros objetos contundentes.
En tanto, otro grupo de personas resultó detenidas tras participar de la “Marcha de los Pobres”, cuyos asistentes portaban un lienzo con la leyenda “cómplices pederastas” y varias pancartas en rechazo a la visita del Papa.
A esa hora, otro enfrentamiento, a través de las redes sociales se vivía lejos de Bergoglio. Las redes sociales explotaron tras confirmarse que el cuestionado obispo Juan Barros, de Osorno, acusado de abusos sexuales, se encontraba participando en la misa papal. Cabe recordar que la autoridad religiosa, quien asumió su cargo en medio de polémicas y protestas por su cercanía con el sacerdote Fernando Karadima, ha sido constantemente catalogado como el “encubridor” del condenado por abusos sexuales a menores de edad.
Una de las primeras en reaccionar fue Marta Larraechea, esposa del ex Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle: “Barros participa de la ceremonia en Parque O´Higgins, qué vergüenza, de que pide ‘disculpas’ el Papa? No le creo nada, dice una cosa y hace otra”, dijo Twitter.
Rolando Jiménez, vocero del Movimiento de Liberación Homosexual (Movilh), escribió: “Papa pide perdón por abusos y en Parque O´Higgins está el protector de Karadima nombrado Obispo por este mismo Papa. Coherente no?”.
Otra de las reacciones que más fue compartida a través de las redes sociales fue la de Juan Carlos Cruz, víctima de Fernando Karadima, quien tildó el perdón del Papa como “otro titular barato”. “El Papa pide perdón por abusos en La Moneda. Otro buen titular que saca aplauso y ahí se queda. Otro titular barato. Basta de perdones y más acciones. Los obispos encubridores ahí siguen. Palabras vacías. Dolor y vergüenza es lo que sienten las víctimas”, dijo Cruz.
Todas estas opiniones eclipsaron en parte el mensaje de Francisco, sin embargo son más lo que valoraron su “coraje y valentía”, de enfrentar un tema muy sensible en la Iglesia.
Con anterioridad, de había especulado en si el Papa saludaría o no al presidente electo Sebastián Piñera. Había preocupación, la que fue solucionada con un apretón de manos y un saludo de su Santidad.
Piñera se mostró relajado, acompañado por cercanos a su sector, empresarios y economistas. Además valoró el mensaje del Papa sobre abusos y expresó deseo de contar con sus consejos para gobernar.
En otra de las anécdotas del día, ocurrió cuando el Papa se dirigía al altar en el Parque O’Higgins, ahí recibió un sombrero que le dio en la cara. Sin embargo, el jefe de la Iglesia Católica se tomó con humor el episodio.
Una de las ultimas actividades del día, aconteció en la cárcel de mujeres ubicada en la populosa comuna de San Joaquín.
A su llegada, el Papa fue recibido por la hermana Nelly León, quien encabeza el “Pabellón Mandela”, donde las internas del penal se acercan a la fe.
Francisco tuvo una calurosa bienvenida de las 600 reclusas, algunas de ellas lo esperan con sus pequeños hijos en los brazos, los cuales fueron bendecidos. Antes de la intervención del pontífice, las reclusas interpretaron a coro la canción: “Pastor con olor a oveja”, que lo emocionó profundamente al Papa.
Hoy Francisco llegará hasta la región de La Araucanía, donde oficiará la segunda misa masiva de su visita al país. Se espera que tenga palabras de fe y aliento a los pueblos originarios, pues en esa región de Chile, tierra mapuche, es donde más conflictos se han registrado. Un tema que lleva siglos sin resolverse y que podría comenzar a cambiar si el Papa logra instalar un mensaje reivindicatorio.
Fuente: pagina12.com.ar