El Gobierno destinó este año u$s 2225 millones para las importaciones de gas, 21% más que los u$s 1834 millones que desembolsó en 2016. La cifra, explican fuentes oficiales, es por el incremento en los precios internacionales, y de todas formas representa una reducción en relación con 2015, el último año de la anterior gestión (u$s 3512 millones).
La expectativa oficial es que la producción de gas de la formación no convencional neuquina Vaca Muerta empiece a crecer sostenidamente a partir de marzo de 2018, en buena parte gracias a la inyección de Tecpetrol en Fortín de Piedra. Así se lograrían bajar los volúmenes de importación, que, de todas maneras, continuará en los años venideros con la compra a Bolivia (contratada hasta fines de 2026), el Gas Natural Licuado (esperan una menor llegada de barcos) y el intercambio con Chile, que es especialmente defendido ante las críticas públicas porque «reemplaza combustibles más ineficientes, como el gasoil».
Según creen las autoridades energéticas, «no haría falta por el momento construir una tercera terminal de regasificación de GNL», si efectivamente hay mayor producción en Vaca Muerta y se logra ampliar la capacidad en el puerto de Escobar, donde es más difícil acceder por el calado.
Transición energética
El 1° de noviembre, el presidente Mauricio Macri instruyó mediante un decreto al Ministerio de Energía a vender su participación en distintas centrales eléctricas y fusionó las sociedades anónimas Enarsa y Ebisa, que pasarán a llamarse Integración Energética S.A., que tendrán bajo su responsabilidad, por ejemplo, las represas hidroeléctricas de Santa Cruz. Existe una preocupación por la solvencia económica de la constructora Electroingeniería y la quiebra del grupo español Isolux Corsán, que tenía la central de Río Turbio.
En tanto, para el año que viene, Energía ya trabaja con Enarsa en la previsión de la cantidad de buques y los volúmenes de GNL a importar. En 2017 entraron 68 barcos para ampliar la oferta de gas (ante una leve caída en la producción y una demanda que desde hace años excede a la oferta) por u$s 965 millones. El gas contratado a Bolivia costó cerca de u$s 1180 millones («y hubo un mayor cumplimiento») y el importado de Chile, u$s 77 millones (pero sirvió para ahorrar unos u$s 400 millones en gasoil).
La licitación para comprar GNL se definiría en marzo de 2018, cuando termina el invierno boreal y bajan los precios.
Con la recontractualización del mercado, Enarsa tendrá a cargo el abastecimiento en la Patagonia, el menos rentable y más problemático por la excesiva demanda y los bajos precios que reciben los productores. En octubre de este año, peligró el despacho de gas a Camuzzi y el organismo de control, el Enargas, tuvo que convocar de urgencia a las partes para solucionar el conflicto y asegurar la oferta del fluido en el sur del país.
En otra área, el tramo del Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA) que conecta Salta con Formosa y estaba pendiente hoy lleva un 83% de ejecución, por lo que solamente faltan realizar 93 kilómetros. El pronóstico es que para fines del año que viene estará todo terminado. El GNEA fue diseñado justamente para importar gas de Bolivia y abastecer a las provincias del Litoral que, en su mayoría, no tienen red de gas natural.
Fuente: elcronista.com