Desde el 20 de noviembre cumplirá funciones como nuevo ministro de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein. Reemplazará a Jorge Lemus, removido «por desgaste». Uno de los principales cuestionamientos fue la baja ejecución presupuestaria. Ese ajuste llevado en la práctica tiene su correlato en el papel. El presupuesto 2018 que armó la gestión Lemus y hará funcionar Rubinstein trae marcados recortes, todos apuntados a un mismo concepto: menos presencia del Estado en el territorio.
Lo primero es el presupuesto general del Ministerio. El último aprobado por el kirchnerismo para 2016 tuvo un 33% de aumento y alcanzó la proporción más alta de la cartera: un 2,3% sobre el presupuesto total de la Nación. Este año su participación bajó al 2% y el que tratará el Congreso por estos días para 2018 representará un 1,94%, bastante lejos del 14% que se destinará al pago de intereses por la deuda.
Uno de los programas más afectados es el de «Atención Sanitaria en el Territorio», que pasará de los 258 millones pautados para este año, a 221,7 millones para 2018. Pero lo que aparece en la ley igual no es definitivo. En 2017 el programa apenas tuvo disponibles 185 millones, de los que lleva ejecutados a esta altura del año unos 105 millones. «Afianzar y expandir la equidad sanitaria territorial, a través de las unidades sanitarias móviles; ampliar la accesibilidad a los recursos sanitarios de la población con necesidades básicas insatisfechas», son algunos de los objetivos que se propone y que estarán lejos de cumplirse. Para eso prevén realizar 22 mil controles de salud menos en territorio, quitar un 20% de puestos socio–sanitarios, y las cirugías de cataratas bajarán de 5600 a 2500.
«Desarrollo de Estrategias en Salud Familiar y Comunitaria» tiene pautados 752.427.888 para 2018, 530 millones menos que en 2017. Aunque este año lleva ejecutados sólo 681 millones (apenas un 53% de lo planificado originalmente). Uno de los damnificados es el programa «Médicos Comunitarios», que consiste en equipos interdisciplinarios para el primer nivel de atención. Salitas que constituyen el primer acercamiento a la salud de sectores vulnerables. Son unos 12 mil en todo el país, que cumplen dos años de pos doctorado en forma de becas financiadas por Nación, y luego deberían sumarse a la planta estable de estatales. Eso no se cumple. En Córdoba les deben cuatro meses, y en Buenos Aires la intención es municipalizar el programa, por eso ya le anticiparon a las comunas que el Ministerio abonará un 20% menos de las becas en 2018, y en 2021 dejará de hacerse cargo. Esto originó paro y movilización de los 160 médicos que trabajan en territorio platense. «El programa está acéfalo en el ministerio, sin directivos a cargo, las últimas veces ya directamente no nos atiende nadie», cuenta Pilar Martín, del Programa Médicos Comunitarios (ATE).
Mientras se desarrollaba esa protesta en el Palacio Municipal de La Plata, el miércoles pasado, a pocas cuadras se manifestaban los trabajadores del Programa Federal Incluir Salud, el ex Profe. De los 300 que se desempeñaban, quedarían sólo 50. Incluir lleva más de diez años de vigencia. Abarca a los sectores que no pueden acceder a obras sociales, ofreciendo prestaciones como medicamentos o internaciones domiciliarias. En el presupuesto 2017 estaban pautados 1.208.111 beneficiarios. En 2018 la meta oficial desciende a 1.075.206. Lo mismo con la cobertura de hemodiálisis: en 2017 contemplaron a 6750 pacientes; en 2018 baja a 5485.
El exviceministro de Salud, Nicolás Kreplak, de la Fundación Soberania Sanitaria, acota que el programa de Atención de la Madre y el Niño cae un 12%: «Comprarán casi 5 millones menos de kilos de leche fortificada para asistencia nutricional de niños, niñas y mujeres embarazadas. Achican sistemáticamente en áreas sensibles. Por ejemplo, los camiones hospitales están todos paralizados.» También se reducen en casi el 60% lo relacionado a la salud integral en la adolescencia, y no incorporan ningún programa que reemplace al «Qunita».
Otro programa clave es «Lucha contra el SIDA y Enfermedades de Transmisión Sexual». Este año lleva ejecutados 1300 millones sobre un total de 2200 millones. Esos 900 millones sin usar se suman a los 400 millones que no utilizaron en 2016. Para 2018 el aumento será del 3 por ciento.
El presupuesto del ministerio prioriza iniciativas como la CUS (Cobertura Universal de Salud) que reemplaza al ex Remediar, pero con una canasta básica de menos insumos, subsidiando la demanda, nominalizando a los beneficiarios: aquellos que no tienen prepaga ni obra social. Dentro del proyecto de reforma laboral, el gobierno incluyó la creación de la Agencia Nacional de Evaluación de Tecnologías de la Salud. Será la encargada de definir «la canasta básica de prestaciones para el sector público», pudiendo restringir el acceso al Plan Médico Obligatorio y retirando las prestaciones actuales que considere innecesarias. Las que no sean cubiertas por el Estado, deberán ser costeadas por cada paciente. «
Hospitales sin inaugurar, institutos sin plata
El gobierno no inauguró hospitales que no hayan sido construidos por la gestión anterior. En Provincia de Buenos Aires, los que iban a finalizar en Escobar, Ituzaingó y La Matanza se frenaron o retrasaron. «A pesar de estar gran parte de las obras concluidas y del equipamiento comprado, más de un millón de personas siguen sin poder hacer uso del derecho a una salud de calidad y en instituciones modernas», apunta el exministro de Salud, Daniel Gollán. De cara a 2018, según lo relevado por la Fundación Soberanía Sanitaria, el Instituto Nacional del Cáncer, que tiene a su cargo el Banco Nacional de Drogas Oncológicas, verá reducido un 35% su presupuesto. El financiamiento del Instituto Nacional de Medicina Tropical se achicará un 57%; y la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos apenas aumentará un 2,6%, debajo de la inflación interanual.
El nuevo ministro, un cambio radical
Adolfo Rubinstein proviene de la Secretaría de Promoción de la Salud, Prevención y Control de Riesgos. Su llegada a la cartera se origina en su cercanía al radical Ernesto Sanz. A diferencia de otros funcionarios, posee una formación en el sistema público: es médico graduado en la Facultad de Medicina de la UBA. Dentro del Ministerio se puso al frente de la Cobertura Universal de Salud (CUS). A contramano de lo declarado por su antecesor Jorge Lemus, Rubinstein dijo en una discusión en la Facultad de Medicina días atrás, que CUS no es un seguro, que no hay canasta básica y no es un «carnet de pobre». «Nuestro modelo es el plan de medicina familiar de Brasil, que introdujo a 110 millones de brasileños en un programa», afirmó. Sin embargo, el presupuesto de su ministerio trae un recorte en médicos comunitarios, que fueron clave en el sistema del país vecino.
Fuente: tiempoar.com.ar