Los gendarmes que hablaron ayer ante el juez Otranto revelaron que recibieron esa instrucción de Pablo Escola, segundo al mando del Escuadrón 36 de Esquel. No fueron siete, sino al menos veinte los agentes que ingresaron a la comunidad el día que desapareció Maldonado.
Desde Esquel
Los gendarmes que ingresaron al Pu Lof en Resistencia el pasado primero de agosto lo hicieron a través de diferentes puntos, algunos por la tranquera, otros rompiendo alambrados, con una orden bien precisa: “Apresar manifestantes”. Quien dio esa instrucción directa fue Pablo Escola, segundo al mando del Escuadrón 36 de Esquel. A partir de las testimoniales concretadas ayer ante el juez federal de Esquel, Guido Otranto, quedó claro también que los efectivos que bajaron al río y realizaron un rastrillaje en esa zona fueron, al menos, 20 personas dispersadas en varios equipos, y no un simple grupo de 7 gendarmes como pretendió instalar el Gobierno nacional. Pero no sólo eso. También quedó expresada de manera tácita la persecución hacia los integrantes de la comunidad mapuche, en línea con la orden impartida por Escola.
El conductor de una de las Ford Ranger, Andrés Ahumada, narró que cuando llegó hasta la pendiente del río -frenó tres metros antes- pudo observar de su lado izquierdo un grupo de gendarmes, ya sobre el cauce y hacia su costado derecho, personas que se iban a caballo. Si bien no lo dijo de manera taxativa, para los abogados de las querellas quedó claro que Ahumada describió una “persecución”. Este chofer también declaró que portaba un arma reglamentaria -de uso obligatorio para los conductores-, calibre 9 milímetros, al igual que el conductor del Eurocargo, Lucio Bouch. El tercer conductor de una Ford Ranger que declaró ayer fue Martín Lozano, quien no llevaba armas de fuego.
Tanto las testimoniales de Ahumada, Bouch como la del gendarme Manuel Fernández, del Escuadrón 35 de El Bolsón, aportaron elementos claves para comprender la persecución que hubo hacia los integrantes de la comunidad, bajo las órdenes de Escola y la dispersión de grupos que existió durante el operativo. Según indicaron a PáginaI12 fuentes con acceso al expediente, lo que se realizó desde la ruta hacia el río fue un barrido con diferentes grupos de gendarmes que tenían la orden directa de “atrapar manifestantes”.
El jueves, el gendarme Daniel Alberto Orrego sostuvo que una vez sobre el río, los efectivos realizaron un rastrillaje. Esto hace suponer a las distintas querellas que los uniformados no realizaron tal rastrillaje para secuestrar “bienes materiales” como sostuvo ayer el abogado de la fuerza Gonzalo Dalzone ante una consulta de este diario, sino que lo que buscaban eran a los integrantes de la comunidad.
Según la declaración testimonial de Fernández, en uno de los grupos estaban Daniel Gómez, Juan Carlos Pelozzo, Julio Segovia, Ramón Vera y un enfermero de apellido Ramos. Pero más delante de este equipo estaban los efectivos Orlando Yucra, Echazú y el “escopetero” Darío Zoilán. Por las fotografías que surgiendo del expediente, Echazú también fue visto con una escopeta en sus manos, además de resultar herido en su cabeza. Ayer trascendió que Zoilán habría disparado su arma durante aquel operativo.
Por las distintas testimoniales tomadas hasta el momento, surge que tanto Echazú como Gómez estaban en contacto con los diferentes grupos que actuaron sobre el río. La localización de los diferentes efectivos será clave al momento de la reconstrucción de los hechos, ordenada por Otranto para el próximo miércoles. El testigo Matías Santana, integrante de la comunidad mapuche, observó a un grupo de tres gendarmes en el momento que golpeaban a Santiago Maldonado. Si bien por la distancia en que se encontraba será difícil la individualización de esos efectivos, la reconstrucción podría aportar información valiosa en función de la posición que ocupó cada grupo de Gendarmes sobre el río.
Al igual que las declaraciones ante Otranto efectuadas el jueves, quienes testimoniaron ayer dejaron en evidencia que quien efectuaba todas las ordenes era el comandante Escola. Según la declaración del chofer del Eurocargo, Lucio Bouch, el comandante del Escuadrón 36 estaba parado sobre la pendiente, observando los movimientos de los gendarmes que estaban sobre el río.
En las últimas dos jornadas -hoy será el turno de Echazú- otra de las preguntas insistentes fue si efectivamente alguien vio a Neri Robledo tirarle una piedra a los “manifestantes” como trascendió de las entrevistas realizadas por la propia Gendarmería. Hasta el momento no hubo un solo efectivo que haya visto a Robledo tirar ninguna piedra. De hecho, el Gendarme Orrego declaró ante el juez que en realidad la versión de la piedra fue “un invento de Robledo para mostrar hombría”.
Para la querella, resulta inverosímil esta versión (ver aparte). “En cualquier otra situación, donde no esté en juego una desaparición forzada, esta versión de la piedra no tendría sentido”, indicó a este diario una fuente con acceso directo al expediente.
También se les preguntó a todos los gendarmes que ingresaron a la Lof si observaron al Unimog dentro del territorio pero nadie dijo haber visto nada. Hasta el momento, ni el juez Otranto ni la fiscal Silvana Avila ordenaron peritaje alguno sobre las huellas que fueron fotografiadas por el defensor oficial Fernando Machado con la colaboración de un fotógrafo de la APDH. Esto es relevante ya que los integrantes de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos aseguran que dentro del territorio de la Pu Lof en Resistencia había cuatro vehículos y no tres.
Fuente: pagina12.com.ar