La situación de sobrepoblación y hacinamiento está en el eje de la discusión mediática desde hace varias semanas.
Desde estos lugares se instaló una mirada punitivista donde se intenta señalar a los presos como merecedores de un futuro castigo que devenga de la pandemia actual.
La tasa de reincidencia de las personas privadas de la libertad una vez que la recuperan, siempre está en ascenso, se culpa a los presos de los problemas que sufren, pero no se debate cómo hacer que la sociedad los acepte tras esa pena. Hablamos con Mariano Boccaci estuvo 16 años preso, estudió Comunicación Social dentro del penal y hoy integra la cooperativa de ex detenidos Reciclando Vidas: «El servicio penitenciario es una institución perversa que se retroalimenta con el sufrimiento de la gente, las victimas. No le interesa la reincidencia o las estadísticas».
Este no es un problema contemporáneo, pero la pandemia puso de manifiesto los reclamos históricos de personas alojadas en unidades penitenciarias.
«La cárcel está poblada de 18 a 24 años, ese pibito va a tener que pelear hoy y mañana por una cama, o cortarse el brazo para ser atendido», «La violencia se consolida como forma de vida y se hacer carne para poder sobrevivir en la cárcel».
La realidad de las personas privadas de su libertad es una desde los medios de comunicación, y otra desde los espacios sociales, de derechos humanos que trabajan allí desde siempre o incluso desde las mismas personas que cumplieron una pena en una unidad penitenciaria.
«Desgraciadamente está naturalizada la violencia, todo se consigue así. Instalaron el tema en la agenda pública por los hechos de violencia».
Mariano Boccaci también resalta que «Esto influye en la reincidencia, uno se va con esa mochila y una cultura, no te podes reinsertar en tu casa. Además, esta frustración de que no te quieran en ningún lugar, hace que quieras irte corriendo a la cárcel, ese lugar malo pero conocido» y continua «esto no lo dejas en la puerta del penal cuando te vas, te lo llevas a tu casa».
Mariano Bocacci salió en libertad el 4 de diciembre de 2015. Desde entonces vive en una localidad de la costa atlántica, donde se gana la vida dando clases de Comunicación Social en secundarios y terciarios.
«Estando presos nos preocupamos por el que pasará cuando recuperemos la libertad, mientras más tiempo pasas en el penal peor salís». Y resalta que no se debe poner el foco en cuándo recuperan la libertad, sino con qué herramientas lo hacen.
Cooperativa de ex detenidos Reciclando Vidas.
El armado de las cooperativas inició en el 2010, hoy son 40 en todo el país, cuyo objetivo es generar trabajo para las personas liberadas, «hace 10 años empezaron los primeros compañeros que encontraron en el cooperativismo un soporte económico».
«Una persona que se empieza a querer a sí misma no puede pensar la cárcel como una posibilidad en su vida. Y yo me estoy empezando a querer», finalizó.