Nicanor Loreti entrega una comedia oscura con Capusotto y Sofía Gala
La nueva película en solitario del director Nicanor Loreti luego del thriller súper heroico Kryptonita parte de una idea conspiranoide sustanciosa: aparentemente, la muerte de una serie de grandes músicos de la historia a los 27 años no sería nada casual. En ese universo paralelo, el espectacular deceso de un rockero (interpretado por Ezequiel «El Polaco» Cwirkaluk) no sería otra cosa que el último eslabón de una cadena que enlaza los nombres rutilantes de Janis Joplin, Jimi Hendrix y Amy Winehouse, entre muchos otros. ¿Y qué pasó con Jim Morrison? Ahí descansa una de las sorpresas más grandes de la trama, disparatada y de raigambre conscientemente trash.
Con ambiciones de comedia oscura y escenas de acción en las que parece haber primado el control de los dobles de riesgo, 27: El club de los malditos sufre de un efecto collage que va acentuándose con el correr de los minutos y las escenas, que comienzan a apilarse sin demasiado cuidado por la continuidad ni la lógica dramática. Tampoco ayuda el constante regreso al pasado en una serie de flashbacks que terminan adquiriendo la forma de un mismo sketch con ligeras variaciones. El resto es un saludo afectuoso para la tribuna, y no mucho más que eso: Capusotto en la piel de un veterano policía de la Federal hace sus números de manera eficiente, Daniel Aráoz compone un villano de manual y Sofía Gala -a años luz de su gran papel en Alanis- lleva el protagónico con altura, mientras los gags intentan aderezar una trama que se vuelve más previsible y menos fresca a medida que se va acercando la cortina de cierre.
Fuente: rollingstone.com.ar