El gran juego del fútbol argentino

Entre los 45 millones de pesos que la AFA le debe a River hay una parte que corresponde al último partido de la Copa Libertadores 2016. La Asociación aún no lo depositó, aunque ya recibió el pago por el cruce ante Independiente Del Valle, en mayo. Temperley necesitó 200 mil pesos por los 260 policías para abrir el estadio ante Godoy Cruz, por la 13º fecha del torneo. Durante 2016, Lanús generó más de 20 millones de pesos con el lanzamiento de una campaña de marketing. Sólo en diciembre, Gimnasia recaudó 1,5 millones por las ventas en Loboshop, la tienda de ropa del club. Boca tiene más de 180 mil socios entre los activos y los adherentes. Independiente cobró más de 135 millones pesos en cuotas sociales durante el último ejercicio. En 2016, Racing facturó un ingreso extraordinario por ventas y préstamos con cargo: más de 330 millones de pesos. Los datos podrían conformar una cartografía económica del fútbol argentino. Expresan parte del estado de situación, al menos de los clubes de Primera, hoy anclados en la pelea por los derechos de televisación, un ingreso que puede representar entre el 7 y el 80%, según de qué equipo se trate. La oscilación, en definitiva, confirma lo que 15 dirigentes informaron a Tiempo: resulta imposible que los clubes más chicos sostengan sus presupuestos actuales sin el dinero de la TV.

El universo -dispar- conformado por los 30 equipos se podría resumir en cuatro grupos: los grandes pueden financiarse con independencia de la plata de la televisación; los medianos, como Lanús o Estudiantes, crearon una estructura económica capaz de sobrevivir con otros recursos; los del interior suelen equilibrar sus cuentas gracias a la ayuda de los gobiernos provinciales; y los más chicos son los más atados al dinero que se genera por las transmisiones. Varios de ellos, de hecho, no podrían vivir sin la plata que hoy el gobierno le retacea a la AFA. “El primer concepto para cambiar es que los dirigentes son chorros. En este momento hay una estafa hacia los clubes más allá del manejo en cada lugar”, opina Alberto Lecchi, quien preside Temperley después de que Hernán Lewin dejara el cargo por un apriete de la barra. Para el Celeste, la televisión representa el 70% de su caja. “La TV es un ingreso ordinario y si se cae es una gran complicación. A nosotros nos encuentra en un momento donde los empleados y el plantel están al día. Pero si la crisis persiste seguro va a impactar en nuestra economía”, analiza Marcelo De Luca, dirigente de Estudiantes y presidente provisorio de la Superliga.

En Unión -en realidad, en todos los equipos- se quejan por los retrasos en los pagos del Fútbol para Todos (FpT) que, de haberse cumplido, hubieran evitado el paro de jugadores al inicio de la pretemporada. “Con esa plata -agrega Jorge Ciceri, tesorero del club santafesino- tendríamos superávit porque entrarían 13 millones de pesos, mucho más que lo que se le debe al plantel”. El dirigente derriba un mito acerca del FpT: “El gobierno no subsidia al deporte: compró un producto, la televisación, y lo negoció.”

Como actividad, el fútbol genera 102.629 millones de pesos, consignó La Nación el 4 de enero. El informe se apoya en un paper del centro de estudios Arklems que, entre otras cuestiones, sostiene que el problema es la distribución de la riqueza. «Un 80% del dinero que mueve el fútbol no pasa por los clubes sino por sectores asociados, tales como medios de comunicación, empresas de merchandising y publicidad, turismo y gastronomía», sintetizan los economistas Ariel Coremberg, Juan Sanguinetti y Marisa Wierny en el informe «El fútbol en la economía argentina. Números sin pasiones».

Gonzalo Lema, director ejecutivo de la Fundación Viva el Fútbol, agrega un dato sustancial que refuerza la función social, un elemento constitutivo de los clubes locales. «El aporte de socios y entradas representa el 48% de los ingresos, proporciones que desarticulan varios mitos. Mientras en Europa, el aporte de la gente, socios y espectadores, apenas alcanza al 22%, y en Brasil 25%», escribió en «Reformas para jerarquizar el fútbol argentino», donde propone un plan estratégico y una reforma integral para salir de la crisis. La estadística confirma que las características de los clubes de estas tierras tienen poco en común con las de los europeos, el modelo que intenta importar el gobierno. «Se está perdiendo el foco del club como lugar social. Hay que conseguir que vuelva la familia”, dice Mariano Fernández, prosecretario de Banfield, uno de los más afectados por el ahogo económico.

Durante el último ejercicio, Independiente facturó 135.693.758,39 en cuotas sociales. Eso, dicen desde Avellaneda, les permitió autosustentarse. Gimnasio, en tanto, lanzó una campaña -regalar una camiseta a quienes abonen todo el año- y el resultado fue asombroso: en 36 horas, se presentaron 400 personas y las cuentas del club crecieron en cuatro millones de pesos. Unión vende las populares a precios impopulares -300 pesos- para que los hinchas sean socios y superen la vara que hoy está en 15 mil. «El mayor ingreso es por la masa ordinaria social», cuenta Ezequiel Naruk, tesorero de Lanús, equipo que en el podio de recaudación tiene en segundo lugar a los aranceles del colegio -más de 1700 alumnos- y recién después al canon por la TV. «Nos mantenemos por la gran masa societaria, el marketing, los abonos y los ingresos extraordinarios, como la venta de jugadores. Así y todo, sin la entrada por los derechos de TV no hay manera, salvo excepciones, de funcionar con normalidad», respalda Alberto Sauro, tesorero de Newell’s.

La gran mayoría coincide en dos puntos: por la recesión, la facturación de venta de entradas bajó el último año y, en el mejor de los casos, sirve para cubrir el gasto operativo (Policía, boletería, ambulancia, Utedyc, seguridad, entre otros) de abrir una cancha. Cuando falta menos de un mes para el eventual comienzo del campeonato, la transmisión de los partidos es una incógnita. Un vacío. Una pantalla a rayas. Entre medio, el Comité de Regularización, al servicio de los intereses de Balcarce 50, difundió un listado de clubes habilitados para incorporar. El resto no lo podrá hacer, dice el Comité, por lo adeudado a la AFA. Un contrasentido: el gobierno deudor quiere imponer condiciones. En El Estanciero del fútbol, actúa como el banco. El riesgo, en el mundo real, es que ciertos jugadores vuelen del mapa. «

Los clubes, acreedores de sí mismos

El Comité de Regularización anunció esta semana que 14 equipos de Primera no podrán incorporar jugadores durante este mercado de pases estival hasta que no salden sus deudas con la Asociación del Fútbol Argentino. Si la AFA son los clubes, suena curioso que también pueda ser su acreedora. Tiene que ver, según explicó Javier Medín, el abogado de Boca que fue puesto por el gobierno nacional para acompañar a Armando Pérez en la AFA, con los adelantos de la cuota de televisación que solía entregar Julio Grondona a los clubes necesitados. De eso, cuenta un ex administrativo que caminó durante años los pasillos del petit hotel de Viamonte, no hay comprobantes. Sí, en cambio, de los 350 millones pesos que el gobierno no le bajó a la AFA y, por ende, no llegó a los clubes. Pero el Comité no los reclama. ¿Cómo define qué es deuda y qué no el Comité de regularización, que desde su desembarco no logró que la AFA generara más recursos? La unidad de negocios de la AFA son las selecciones, que no generan muchos beneficios económicos. Argentina, con el mejor jugador del mundo en su escudería y en el primer puesto del ranking FIFA, cobra 4,5 millones de dólares anuales de canon fijo por parte de Santa Mónica y el 37,5% de un excedente al que se le descuentan los gastos administrativos y los viáticos de los futbolistas, con lo que no suele superar esa cifra. En Europa, hay selecciones que cobran hasta 52 millones de euros. Los ingresos por Adidas son muy bajos: Venezuela cobra más de la marca alemana que Argentina. Potenciar la marca de la Selección, quizá pueda ser una mejor fuente de ingresos que exprimir las tesorerías de los clubes.

Fuente: tiempoar.com.ar

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